5:Encuentros inesperados

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Omnisciente
El día en el convento de Santa María transcurría con la calma habitual, pero en el corazón de Alya, la inquietud se agazapaba. Se encontraba en el jardín, cuidando de las flores, se había convertido en un especie de ritual para ella, mientras sus pensamientos vagaban hacia el padre Nicholas Chávez. El eco de sus sonrisas y la dulzura de sus miradas compartidas le llenaban de anhelos y dudas.

De repente, el sonido de un motor la sacó de su ensueño. Alya levantó la vista y vio un coche acercarse al convento. Sin saber quién era, sintió una punzada de curiosidad. Abandonó sus flores y se dirigió hacia la puerta, sintiendo una mezcla de nervios y emoción.

Al abrir la puerta, se encontró con un hombre castaño bronceado, de buen físico y ojos cafés que brillaban con una intensidad que la desconcertó. Era Cooper Koch, un amigo y colega de Nicholas, aunque Alya no tenía idea de su identidad.

—Hola, soy Cooper —se presentó, extendiendo la mano con una sonrisa encantadora.

—Hola, soy Alya —respondió, aceptando su mano y sintiendo un cosquilleo al contacto. Aunque su simpatía era evidente, su mente seguía ocupada por la figura de Nicholas.

Mientras Cooper se instalaba, Alya no podía dejar de pensar en lo que significaba esa llegada. Pero la conversación fue interrumpida por la aparición del padre Nicholas, quien se detuvo en la entrada al ver a Alya y Cooper riendo juntos.

La sonrisa de Nicholas se desvaneció un instante, y aunque intentó ocultar su incomodidad, la tensión era palpable. Cooper, ajeno a la atmósfera cargada, se volvió hacia Nicholas con entusiasmo.

—¡Nicholas! Qué bueno verte. ¿Podemos ir a tu oficina? Tengo algunas cosas que contarte.

Nicholas asintió, sintiéndose cada vez más incómodo. Mientras caminaban hacia la oficina, la preocupación se apoderó de él. En el camino, decidió compartir con Cooper los rumores que habían empezado a circular en el convento, rumores que involucraban a Alya.

—Oye, Cooper —comenzó Nicholas, cerrando la puerta de su oficina detrás de ellos—. He oído algunos comentarios sobre Alya. No sé cómo decirlo, pero... la gente está hablando. Dicen cosas que no son ciertas, Rose misma vino a mi despacho a decirme que la responsable era Alya, mi mente esta perdida nose que hacer.

Cooper frunció el ceño, mostrando preocupación.

—¿De qué estás hablando? —preguntó—. Alya es una buena persona. No puedo imaginar que hiciera algo que pudiera perjudicar a alguien.

Nicholas sintió un nudo en el estómago. La forma en que Cooper defendía a Alya lo irritaba más de lo que esperaba.

—Lo sé, pero la gente tiende a hablar sin pensar. Lo que dicen no tiene fundamento —replicó Nicholas, intentando mantener la calma.

—A pesar de no conocerla del todo, no creo que Alya fuera capaz de eso —respondió Cooper, su voz firme—. Es realmente hermosa, y no solo en lo físico. La gente debería ser más cuidadosa con lo que dice, en este caso la hermana ¿Rose? no recuerdo que nombre dijiste.

Nicholas sintió que el calor subía a su rostro. La admiración de Cooper por Alya lo molestaba más de lo que quería admitir. ¿Por qué le importaba tanto lo que pensara su amigo sobre ella? Era solo una monja, después de todo, y había un camino que ambos debían seguir.

—Mira, solo quería que lo supieras. No quiero que Alya se vea afectada por rumores sin fundamento, necesito un buen consejo —dijo Nicholas, tratando de cambiar de tema.

Cooper asintió, pero su expresión seguía seria.

—A veces, la verdad se pierde en los chismes. Creo que deberías hablar con ella y asegurarte de que sepa que tiene tu apoyo —sugirió Cooper, sincero.

 F O R B I D D EN   V O W S  -Nicholas Chávez-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora