Tokyo se vació en un minuto tras un apagón repentino. Las calles, casas y tiendas vacías. Internet, electricidad y cada aparato electrónico fuera de servicio.
Pero... ¿y esas enormes pantallas?
"¿Ya me puedo desmayar?"
ドクターC - 今際の国のアリス
...
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"Rabbithole"
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Suspiró con aburrimiento acostado en el asfalto de las vacías calles de Shibuya. No sabía cuanto tiempo llevaba en posición de estrella mirando el cielo nocturno, pensando.
Ya había revisado todos los alrededores encontrando las tiendas y casas solitarias sin luz o agua. Y muy polvorientas. Como si hubieran estado mucho tiempo abandonadas. Terminó por tirar las cosas que compró de la tía Chika a un contenedor, porque de un momento a otro ya estaban en muy mal estado. Agarró algunas botellas de agua y comida empaquetada no podrida de una tienda de conveniencia, y empezó a dar vueltas y vueltas por las calles tratando de encontrar otro ser humano vagando por ahí. Pero no encontró a nadie, por lo que se tiró en medio de la calle a descansar.
Interrumpió aquel silencio que lo envolvía con un ruidito vocal similar a una burbuja explotando. Estaba muy aburrido.
Una fuerte luz blanca repentina lo cegó por unos instantes. Pestañeó varias veces mientras se reincorporaba sentado en el suelo. La luz provenía de una gran pantalla en uno de los edificios de la calle principal. Se levantó agarrando su mochila y unas palabras aparecieron en la pantalla: "Bienvenidos jugadores. El juego comenzará en unos momentos". Hizo una mueca de confusión observando como otros carteles de flechas se encendían señalando un camino. Comenzó a dar pequeños pasos cohibidos en la dirección que señalaban los carteles.
Se detuvo frente al lugar que señalaba la última flecha. Una simple puerta al fondo de un sucio callejón que posiblemente daba a un sótano o algún almacén. Suspiró apretando las tiras de su mochila y comenzó a bajar los escalones lentamente. Avanzó por un pasillo con tenue iluminación, sucio y terroso. Llegó a una habitación donde habían otras personas. Un hombre con sombrero de pescador y otro con traje de oficina. Una mujer muy asustada, de unos treinta y una chica joven de cabello corto que le sonrió. Sus ojos siguieron escaneando la habitación, dando con una pequeña mesa con varios teléfonos y un cartel que ponía: "Uno por jugador". Avanzó con timidez hasta la mesa, bajo las miradas del resto de personas en la habitación. Agarró uno de los teléfonos y lo encendió, desbloqueándolo por reconocimiento facial. Saltó levemente cuando una voz robótica mencionó que esperaran a que se terminara el tiempo del regristro para el juego.
