Leo
—¿Estás seguro? —preguntó Jade con los ojos abiertos como platos. Yo no le veía tanta sorpresa.
—Quiero ver dónde has aprendido eso que haces. —Hice un movimiento circular con el dedo, señalando sus piernas. La mejor forma de conocer a una persona es observándola, y me moría por ver lo que Jade hacía fuera del trabajo. Además, quería saber si podía aprender lo mismo que ella. Uno nunca sabe cuando le tocará enfrentarse a un delincuente armado. No, no seré imprudente, pero si la situación lo requiere, sabré defender mi vida.
—Pero no podrás ejercitarte. —Señaló con la mirada mi abdomen. Otra razón para no querer ser una carga.
—Por eso he dicho ver. Cuando me recupere puede que me anime a practicar contigo. ¿Estarías dispuesta a enseñarme? —Con ella como profesora no necesitaba una motivación extra.
—Creo que es mejor que te enseñe alguien más profesional, yo soy mala profesora. —Torció la boca al decirlo. —Aunque podemos practicar cuando hayas alcanzado cierta base. —se ofreció.
—Espero que seas buena conmigo entonces.
—No prometo nada. —Sonrió con picardía. ¿He dicho algo sobre la motivación? Pues eso.
Media hora después, estaba sentado en unas gradas viendo como mi chica vapuleaba unos cuantos aparatos. Nota mental, no hacerla enfadar. ¡Uf!, cada golpe tenía pinta de ser mortal, no quería imaginar lo que dolería recibir uno de esos. Pero no podía dejar de mirar, era hipnótico verla moverse de aquella manera, y ¿he dicho que su piel brillaba como si fuese un hada? Un hada mortal y peligrosa. ¡Uf! ¡Como me ponía esta mujer!
—Jade me ha comentado que quieres aprender a defenderte. —Grigor se había posicionado a mi lado sin que me diese cuenta.
—No quiero ser un estorbo si algo parecido me vuelve a ocurrir. —Acaricié inconscientemente mi herida.
—No, lo que quieres es tener la capacidad de sobrevivir si el objetivo del que te amenaza es acabar con tu vida, y no robarte la cartera. —Eso también. ¿Lo había leído en mi mente?
—He pasado por situaciones peliagudas en las que me habría gustado contar con ese extra. —El ceño de Grigor se frunció.
—No tienes pinta de ser de los que se mete en situaciones de ese tipo. ¿Has ejercido alguna vez en urgencias? —Sabía lo que quería decir. Los médicos de urgencias se pueden enfrentar a tipos drogados, armados y muy cabreados.
—Pertenezco a Médicos sin Fronteras, algunas bases en las que he trabajado están en países algo tensionados. —Aunque decir tensionados era suavizar la situación.
—Entiendo. —Pero su ceño seguía fruncido. Él metió mano en mi contratación, ¿habría ahondado en mi historial personal además de en el clínico? Venir de una familia rica no pegaba con la exposición a ese tipo de riesgos. —¿Tus padres veían bien que fueras a ese tipo de sitios? —Su mirada estaba sobre el lugar donde practicaba Jade, así que entendí que no necesitábamos mantener el contacto visual para continuar con la charla.
—Digamos que a ellos les transmitía una versión algo edulcorada. Me gusta mi trabajo, y no quiero que mi madre se preocupe. Supongo que todos los hijos hacemos lo mismo. —¿Sabía su madre que él tenía esas habilidades? Su novia sí, pero no es lo mismo.
—A una madre no se le pueden contar algunas cosas. —Pude notar una ligera sonrisa en su boca. Él me entendía. —Y a veces a un padre tampoco.
—No, a mi padre tampoco. Si se llega a entrar de lo que me pasó anoche...
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Dr. Leo
RomanceLeo Kingsdale necesita dar un cambio en su vida, y este se presenta con una nueva oportunidad laboral en Las Vegas. Dejando atrás un relación tóxica y un trabajo donde le oprimen, está decidido a empezar de nuevo en el Hospital Altare; un sueño para...