capitulo 45 "ataque"

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|•capitulo 45•|

Esa noche, por primera vez en semanas, me sentí en paz. Los tres estábamos juntos, y la charla larga y sincera que tuvimos antes de dormir había dejado nuestros corazones aliviados. Sentía el calor de ambos a mi lado, y mientras caía en un sueño profundo, casi olvidaba todos los problemas y la tristeza de los últimos días. Por un momento, parecía que nada ni nadie podría quebrar la tranquilidad que nos envolvía.

Pero esa paz no duró mucho. A las tres de la mañana, el sonido insistente de un teléfono rompió el silencio. Me desperté confundida, sintiendo cómo Milyen se movía a mi lado para buscar su teléfono en la penumbra. Escuché un susurro, apenas audible, y supe que algo no estaba bien. Reconocí esa forma de contestar... era Rose.

Milyen habló en voz baja, tratando de no despertar a Michael, pero pude notar la tensión en sus palabras. Aunque no escuchaba a Rose, la voz de Milyen reflejaba incomodidad y un leve toque de preocupación. Después de un par de minutos, colgó el teléfono y, con un suspiro, se quedó en silencio.

Pensé que era todo, que quizás podría abrazarla y dormir de nuevo, pero antes de que pudiera decir algo, el teléfono de Michael comenzó a sonar también. Él, medio dormido, contestó, y pude ver su rostro cambiar en cuanto reconoció la voz del otro lado de la línea. Era Rose otra vez. Esta vez, noté que su tono era diferente; estaba molesta, desesperada. Intenté escuchar algo de lo que le decía, pero él se giró hacia otro lado, hablando en susurros.

Finalmente, colgó y se quedó en silencio. La oscuridad de la habitación se sentía pesada, como si cada rincón estuviera cargado de esa tensión que había llegado junto con la llamada. Ambos se miraron, como si compartieran una preocupación que yo no lograba entender por completo.

-¿Está todo bien? -pregunté, intentando ocultar mi inquietud, aunque en el fondo ya sabía la respuesta.

Milyen me miró, y en sus ojos pude ver una mezcla de frustración y tristeza. -Es Rose. Nos pidió que fuéramos... dice que necesita hablar con nosotros.

Sentí cómo mi pecho se oprimía. Después de todo lo que habíamos hablado, después de esa noche en la que parecía que todo podría ir bien, Rose volvía a interponerse. -¿Y tienen que ir ahora? -No pude evitar que mi voz sonara dolida, aunque intenté mantener la calma.

Michael me miró, como si intentara explicarme sin palabras. -Lisa, ella... está en una situación complicada. Sabemos lo que significa, pero queremos asegurarnos de que no haga nada de lo que se pueda arrepentir.

Me quedé en silencio, sin saber qué decir. Por una parte, entendía la situación, pero, por otra, sentía como si una y otra vez ella tuviera el poder de apartarlos de mí, de ocupar el espacio que habíamos intentado recuperar juntos.

-Volveremos pronto, ¿sí? -dijo Milyen, tocando mi mano con suavidad-. Prometemos que esta vez no será como antes.

Asentí, pero en mi interior sentía una mezcla de tristeza y resignación. Me quedé en la cama mientras los veía levantarse, recoger sus cosas y salir, dejándome sola en la oscuridad. Una vez más, la sombra de Rose se interponía entre nosotros, y aunque sabía que ellos intentaban hacer lo correcto, el dolor de verlos partir en plena madrugada era más fuerte que cualquier intento de justificarlo.

Mientras el silencio volvía a llenar la habitación, me quedé despierta, mirando el techo, preguntándome cuánto más podría soportar antes de que esta relación se volviera imposible de sostener.




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