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CHAPTER ELEVEN: CALL IT WHAT YOU WANT
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¿Alessandra Lawrence? ¿Alessandra? Aquel nombre resonó en su mente como un eco distante, oculto en algún rincón de su memoria, que no podia ubicar del todo. Había algo en ese nombre que le resultaba extrañamente familiar, como si hubiera oído hablar de ella antes, aunque no lograba recordar el contexto exacto.
¿Una fan? pensó brevemente, desechando la idea casi al instante. Sería imposible que lo olvidara si así fuera. ¿Tal vez una conocida? La posibilidad le pareció remota, ya que su memoria raramente fallaba cuando se trataba de personas que alguna vez cruzaron su vida. Estaba convencido de que, de alguna forma, ya había tenido algún tipo de contacto con la desconocida, aunque fuera mínimo. La familiaridad de su nombre era demasiado insistente como para ignorarla.
Y entonces, lo recordó con claridad: su camisa empapada, el líquido escurriendo por el tejido mientras la frustración lo invadía. Alessandra Lawrence. ¡Por supuesto! Se trataba de la misma idiota e imprudente que había derramado su bebida sobre él en aquella fiesta, donde había conocido al amor de su joven vida.
—¿Estás bromeando, verdad? —murmuró entre dientes, dirigiendo a Jason una mirada de incredulidad. Sus ojos se entrecerraron en un intento de procesar la absurda revelación, como si la idea misma de que Alessandra, la misma que había arruinado su atuendo en aquella memorable fiesta, ahora estuviera en su vida de nuevo, fuera simplemente inaceptable.
—¿Te parece una broma, Nicki? —escupió con una sonrisa. Extendiendo sus brazos en un gesto de triunfo que parecía desafiar la incredulidad que embargaba a su amigo. La expresión de su rostro reflejaba una mezcla de diversión y satisfacción, como si disfrutara de la confusión que había sembrado en el castaño.
Nicholas rodo los ojos con hastio —Idiota de mierda, nunca piensas. Lawrence, es la mejor amiga de mi rubia, su alma gemela y por ende, mi competencia —se quejo golpeando su hombro con molestia. Jason resoplo restandole importancia.
—No exageres, mi amor —respondió, acercándose a él —Soy muy bueno con las mujeres, yo me encargo de ella —aseguro con confianza.
El más alto negó entre risas. Conocía demasiado bien a Jason, lo suficiente como para saber que, una vez que se proponía algo, especialmente si tenía que ver con una mujer, no desistía con facilidad. Poco importaba cuán delicada fuese la situación; el rubio siempre encontraba una manera de sortearla, con esa mezcla de audacia y ligereza que lo caracterizaba.
—Bien, supongo que no tengo otra opción —se lamento con una mueca —¿Cuando llega?
Jason, con una sonrisa triunfal, levantó las cejas en señal de victoria, disfrutando visiblemente del poder que ejercía en ese momento.
—Cenaremos con ella hoy —dijo con una sonrisa, sus ojos brillando con picardia. Nicholas lo miró fijamente, incrédulo.
—¿Hoy? ¿Un puto lunes? De donde mierda te sacas los planes tu, carajo —bufó, pasándose una mano por el rostro, exasperado. El rubio, lejos de sentirse afectado por la reacción de su amigo, respondió con un puchero fingido, como si estuviera herido por la falta de entusiasmo.
