Soltar-Rubegetta

No debi creer

Di un paso en falso. Lo hicimos una segunda vez. Aunque sabía que era un error, no pude evitar dejarme llevar. Había miedo, sí, pero al mismo tiempo había una parte de mí que lo disfrutaba, que deseaba estar en sus brazos.

Una noche, abrumada por la tormenta de mis propios sentimientos, reuní el valor para decirle que termináramos. No porque quisiera, sino porque esos pensamientos intrusivos no me dejaban en paz; me susurraban que no era suficiente para él, que nunca podría estar a la altura de sus exnovias. Me convencí de que alejarme era lo mejor, que yo solo sería un obstáculo en su vida.

Él rompió a llorar, me pidio que no me fuera, me recordo que era la unica persona a la cual amaba. Sus palabras me destrozaron. En un instante de debilidad, volví sobre mis pasos.

Durante un tiempo, las cosas parecieron calmarse. Mayo había comenzado como cualquier otro mes, una rutina que me daba una falsa sensación de estabilidad... hasta que llegó el 9 de mayo.

Dios, el 9 de mayo... Estaba terminando de cenar cuando mi celular vibró sobre la mesa. En la pantalla de bloqueo, aparecía la notificación de nuevos mensajes. Con una sonrisa automática, abrí el chat de Rubén, de donde provenían.

Amor <3

Samu... mis padres me
pidieron que termine contigo.

Tú
¿Cómo?

Amor <3

Me dijeron que eres una
distracción. Sabes que mi
padre quiere que me enfoque
para postular a esa universidad
tan competitiva... espera... mi
abuelita acaba de llegar, quiere
hablar conmigo. Te escribo en
un rato, ¿va?

Un nudo de miedo se formó en mi pecho. Las palabras resonaban como un eco: "distracción". ¿Era realmente una mala influencia? Pero si hasta estudiábamos juntos... Lo apoyaba en todo, ¿qué hice mal? Sentí como el pánico me consumía y, en un arrebato, llamé a mi mejor amiga. Le conté todo mientras intentaba ahogar mis lágrimas, y ella, con su voz tranquila, trataba de calmarme.

Entonces, otro mensaje llegó, esta vez de un número desconocido.

Desconocido
Hola, soy Alexis, el hermano
de Rubén. Él de verdad te
quiere muchísimo, pero creo
que mis padres tienen razón...
necesita enfocarse en sus estudios.

Eres un gran chico,
pero por favor, piensa

en su bienestar. No sé, piénsalo.

Tú
Gracias por decírme.

Leí ese mensaje una y otra vez, con la garganta cerrada y un nudo en el estómago. La duda me carcomía: ¿de verdad era yo el problema? ¿Lo estaba arrastrando hacia abajo? Los pensamientos iban y venían, enredándose unos con otros, hasta que, una hora después, el celular volvió a sonar. Con el corazón en un puño, revisé... era Rubén.

Amor <3
Ya terminé de hablar.
Necesito pensar... mucho.
Yo no quiero terminar,
pero me hicieron dudar.
¿Podemos hablar mañana
en el recreo?

Tú
Claro, no hay problema. Solo
recuerda que apoye
lo que decidas, siempre estaré
aquí para ayudarte. Te amo.

Amor <3
Yo más.

Leí su respuesta y luego las palabras que yo mismo había escrito. No quería soltarlo, porque estar con él me hacía sentir tan bien... Me encantaba verlo feliz, ser la razón de su risa. Pero también entendía que, si quería alcanzar sus sueños, tenía que enfocarse. Y si eso significaba alejarme, lo haría, aunque me rompiera en mil pedazos.