Para Bruno

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La hiena. No había desayunado. Aún pensaba en aquél zorro que le había hecho compañía el día anterior. Recordar sus ojos tambaleándose, mientras soltaba intensos gemidos; se recargó en la meza sonrojado pero con una sonrisa, era el mejor trato que había hecho.

El buldog entró sin tocar la puerta, cosa que siendo cualquier otro le sería una sentencia de muerte. Éste miró la pequeña sala, sólo había un sillón en una pared, una ventana con una cortina rota, y al final se encontraba su jefe sentado, recostado en la meza.

—Jefe— dijo el perro llendo hacia la meza, con una pequeña, sucia y vieja cámara de video.

—¿Qué sucede, Max?—. La hiena se sentó bien

—¿Recuerda a ese Coyote?

—Sí, el ladrón de los setas. Dejamos su cuerpo en el desierto, nadie lo va a encontrar

—Bueno, dejaron de buscarlo. No les gustó lo que hicimos y...— dejó la cámara en la meza junto con un papel que decía con recortes de periódicos "Para Bruno, la hiena"

Éste último encendió la cámara y miró en la carpeta, donde sólo había un video, cuya fecha era el día anterior. Miró al perro con una ceja levantada y abrió el archivo. La toma mostraba a un caimán robuzto en el suelo, totalmente desnudo, atado de brazos y con los ojos vendados.

—Ay, no, ¿Ése es Larry?— preguntó entrecerrando las cejas, claramente angustiado. Detrás de cámaras una voz distorcionada habló:

—¿Se sienten muy vivos sentaditos? Mi gente no está para bromas, y dos podemos jugar su mismo juego—. Tras eso, alguien se puso al lado del caimán, cubierto totalmente por un traje negro de latex. Éste traía consigo un machete afilado que acariciaba en la piel escamosa. Éste levantó el arma y

—Vale, vale, vale, puedo imaginarme el resto— dijo la hiena, cerrando un ojo y adelantándo el video. Al final la cámara mostraba a otro sujeto vestido de látex, acercándose en primer plano y diciendo:

—Pronto te daremos donde más te duela.

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