El Gato

9 0 0
                                    

Tres de la tarde, hora más calurosa del día, pero el aire fresco de otoño más bien insitó a Jeffrey a vestir con un pantalón negro y su chamarra roja. Le daba igual cómo vistiera o qué hiciera, no estaba de humor para hacer mucho ese día. Las hojas caían a su alrededor, observando a los niños jugando en el parque. Se fijó en uno, un zorro ártico; Jeffrey levantó una ceja, viendo extraño que entre tantos pequeños compartiendo y divirtiéndose, ése estuviera solo en el columpio. Miró a otro lado, notando con sorpresa que alguien conocido se encontraba allí de pie, no fueron buenas noticias.

—¿Te molesta?— el gato señaló el sitio vacío al lado de Jeffrey.

—Todo tuyo.

Éste se sentó, sacando de su bolsillo un cigarrillo.

—Creo que las cosas no fueron como esperaban.

—¿Tú crees, Gary? ¿Qué hacías en el funeral?

—Sí, ella me dijo que no me quería ver allí, pero no pude faltar, Cheick fue... importante en buena parte de mí.

Hubo un largo silencio que Jeffrey apreciaba, pero el gato no.

—No voy a negar parte de lo que dijo Chelsey, Cheick no fue el mejor animal.

—¿En qué posición lo dices? Escuché que te ofreció un puesto alto.

—Me ofreció comprar el anillo de bodas y quería que le dijera papá— Gary tomó una hoja seca en el asiento.

—¿Qué fue lo que salió mal?

—Chelsey— el gato cerró los ojos, entrando en sus recuerdos. Aunque ciertamente los dos felinos compartían química entre ellos, lo que hizo a la Cheetah alejarse  fue descubrir los lugares en lo que el gato se metía. No era tonta, y sabía que estar junto a un miembro de un cártel le ponía en riesgo tanto a él como a sus seres queridos—. Me dijo que necesitaba un tiempo, quizá aún lo necesite.

—Mmmmh— Jeffrey, que desconocía el pasatiempo de Gary, no supo en qué pensar. Chelsey no quería difundir rumores de nadie, por lo que rompieron simplemente porque perdieron el interes mutuamente, o al menos es lo que ella dijo.

—Si la conozco bien ahora te pidió un tiempo a solas.

—Está en casa. Le preparé un mate y un baño de burbujas.

—¿Y velas olor a pastizal? Eso siempre la relaja— Gary siguió mirando la hoja

—¿Olvidas que llevamos dos años juntos? La conozco mejor de lo que crees.

Gary aplató la hoja con su pata y se levantó de la banca.

—Lo dudo mucho. Chelsey es mejor de lo que parece. Me quedó grande en su momento, ahora creo que me queda perfecta. ¿Y a ti, te queda grande?— miró al zorro con una ceja levantada. Éste frunció el seño.

—¿Qué crees que estás diciendo?

—Ella sabe que aún queda algo— dijo mientras se iba— quizá alguien sólo esté interfiriendo en ese algo.

El zorro puso su mano en el pecho, sintiéndose genuínamente ofendido. Se levantó listo para ir a enfrentarlo, pero se detuvo al dar el primer paso, pensando en qué haría si eso escalaba a mayores. Sacudió su cabeza y se sentó de nuevo.

—Idiota— soltó en voz baja. Alzó la mirada, de nuevo, el zorro blanco seguía allí. Otro zorro, un adulto, se acercó a éste. El niño dio un saltó desde el columpió y aterrizó suabemente en las piernas de él, su padre. Éste le acarició la cabeza, antes de que juntos se fueran del parque. Jeffrey miró al suelo y aclaró su garganta.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: 4 days ago ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

JobsWhere stories live. Discover now