Cap 21

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Hace 7 años:

El suave susurro de Peter rompió el silencio que me rodeaba en el laboratorio subterráneo. Me giré en la oscuridad, como si eso pudiera acercarme a él al otro lado de la pared de concreto.

— ¿Peter? ¿Qué haces despierto? — le susurré de vuelta, esforzándome por no sonar débil.

— No puedo dormir — dijo, con esa voz temblorosa que me rompía el corazón — Y pensé que tú tampoco podías.

Tenía razón. No podía dormir. No después de lo que habíamos visto hace unas horas. Aún podía oír los gritos de los otros niños. Niños como nosotros que se desvanecieron en polvo frente a nuestros ojos. Sentí una punzada de miedo y enojo, pero lo último que quería era que Peter lo notara.

— No, no puedo dormir tampoco — admití al fin, porque con él siempre me sentía segura de decir la verdad, aunque doliera.

— ¿Crees que algún día saldremos de aquí? — preguntó en un murmullo, tan bajo que casi no lo oí.

Mis ojos picaron al escucharlo, pero traté de mantener la voz firme.

— Claro que saldremos, Peter. Te lo prometo.

— ¿Y podremos ver las estrellas? — La esperanza en su voz me dolía. Yo misma no recordaba cómo eran las estrellas, pero si podía recordar a mi familia. Pero él ni siquiera tenía recuerdos de afuera. A veces decía que el rostro de sus padres era borroso, como si se tratara de un sueño que apenas recordaba al despertar.

Tomé una bocanada de aire y apreté los dientes.

— Veremos las estrellas, Peter — aseguré — Y también la luna, el sol... el mar. Todo lo que hay allá afuera, lo veremos juntos.

Era una promesa. Aunque fuera mentira o aunque yo misma no creyera en ella, Peter necesitaba algo a lo que aferrarse. Y, en el fondo, yo también.

— ¿De verdad crees eso? — preguntó después de un momento.

— Sí. Imagínate ya estando ahí. Cierra los ojos y sueña con eso, ¿de acuerdo? — le dije, suavizando la voz para que se sintiera seguro — Piensa en el cielo y en cómo se verá cuando lo mires por primera vez.

— Está bien... Buenas noches, Hana.

— Buenas noches, Peter.

Esa noche, con los ojos bien abiertos, me prometí que haría cualquier cosa para sacarlo de aquí, aunque me costara la vida.

Esa noche, con los ojos bien abiertos, me prometí que haría cualquier cosa para sacarlo de aquí, aunque me costara la vida

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El sonido de la puerta de cristal abriéndose me despertó de golpe. Lo primero que sentí fue un dolor en el pecho, y luego la luz blanca y fría que me quemaba los ojos. Parpadeé varias veces, tratando de enfocar. Era uno de los doctores. Alto, encorvado, siempre con una expresión de desprecio en el rostro.

— Sujeto 28, camina — ordenó, con esa voz desprovista de cualquier emoción.

Sus palabras me erizaron la piel. Era un número, eso es todo lo que era aquí. Ni siquiera me llamaban por mi nombre. No les importaba si tenía hambre o frío, si me dolía el cuerpo por los exámenes constantes.

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⏰ Última actualización: Nov 04 ⏰

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