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Chiquita no pudo dormir ese día, sentía tanta angustia aún por Ahyeon que ni siquiera podía cerrar los ojos. Lisa la había felicitado por el trabajo que hizo, por evitar que terminaran de violar a Yeonnie, pero Chiquita no pudo sentirse orgullosa.

Al otro día, casi corriendo se baño y se alistó. Le pidió a Lisa que la llevará a la casa de Jennie, sin embargo, ella le dijo que no era un buen momento para visitarla y solo pudo morderse de ansiedad por ir.

No obstante, para Kim Ahyeon era lo más necesitado que pedía. Ver a Canny. Jennie la veía desde el umbral de su habitación, había estado llorando por horas sin detenerse. Su madre le preparó el desayuno Pero no había querido desayunar y tampoco recibió almuerzo.

Jennie se acercó con una bandeja llena de manzanas y peras cortadas en rebanadas, puso un tenedor y le dejó la bandeja en la cama, sentándose también a su lado.

— Yeonnie... Hermanita... Come por favor, no quiero que mueras por deshidratación —Balbuceo tan triste que Ahyeon se volteo a verla, sus ojos estaban lagrimeando y rojos como el color de la manzana de la bandeja.

— Jenn...

— Dime mi amor, estoy aquí para ti —Le dice, entonces Ahyeon solloza.— Ese desgraciado ya está pagando por lo que hizo. Lamentablemente el padre ha pagado para que lo dejen en paz, lo único bueno es que hemos puesto una orden de alejamiento —Le informa, y eso en buena parte la alegra pero no era lo que ella quería.

— Jenn... —Llama de nuevo, balbuceando. Jennie se pone atenta nuevamente.— Quiero ver a Chiquita, por favor...

Jennie sonríe levemente, sabe que si hermana ya está enamorándose de Chiquita. Se nota el brillo en sus ojos cuando la ve, y como sonríe cuando la nombran.

— Está bien, Yeonnie —Dice Jennie— Llamaré a Lili para que la traiga —Le dice, se levanta y sale de la habitación, mientras le marca a Lisa.

***

Chiquita.

Al entrar a la casa de las Kim, sentí la elegancia y frescura de las cosas, el tono cálido en las paredes le daba el toque a una casa fresca. Corrí a la habitación que me indico Jennie, y cuando abrí la puerta encontré a Ahyeon durmiendo.

 Corrí a la habitación que me indico Jennie, y cuando abrí la puerta encontré a Ahyeon durmiendo

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Se veía tan tierna, y me provocaba pellizcar sus mejillas pomposas, o besar sus labios rositas.

Me acerque y me senté a su lado, acariciando su cabello mientras contemplaba su rostro dormido. Ella se removió un poco, y cuando abrió los ojos ví sus ojos rojos amenazantes al llorar.

— Canny...

— Hola Yeonnie —Murmuré sonriendo por la ternura que me causa verla soñolienta. Sin embargo, cuando comienza a llorar dejo al lado la sonrisa me preocupó.— Ahyeon...

La abrazó mientras ella se aferra a mi torso, y llora en silencio, sollozando y ocultando su rostro en mi pecho. Acarició su cabello mientras la consiento, se nota que es una niña consentida.

— Eres tan débil cuando lloras, Ahyeon... —Murmuré sin poder contenerme— Que me provoca encerrarte en una cajita de cristal para que nunca te hagan daño...

Ella levanta su rostro, y con mis pulgares limpió sus mejillas. Sonríe leve y se acerca más.

— Creo que... Es malo que me vea débil ante usted, Chiquita —Me dice, frunzo el ceño sin entender y ella sonríe más terminando de secar sus mejillas.— Tengo que ser fuerte para no enamorarme de ti, Canny.

Su confesión me deja atónita, parpadeó y ella vuelve a esconder su rostro en mi pecho. Acarició su cabello y la llamó con la voz tenue, ella levanta su rostro y quedamos tan cerca que podemos besarnos.

— Ahyeon, yo...

— No quiero que me rechaces, Chiquita... Pero si piensas hacerlo por lo menos déjame llorar otra hora en tu pecho —Sin dejarme decir algo vuelve a recostarse en mi pecho. No la detengo, la oigo llorar en silencio y solo me recuesto en la barandela de la cama dejándola recostarse en mi pecho mientras llora.

Sigo acariciando su cabello hasta que no llora más, le acaricio las mejillas y suspiro. Está dormida.

Cómo está dormida diré esto:

— Kim Ahyeon, te odio, te odio mucho, mucho —Le digo— Si supieras cuánto te odio te alejarias mucho de mí, pero si supieras porque te odio no entenderías nada. —Murmuro. Ella está durmiendo. Y después de unos segundos de silencio continúo:— ¿Quieres saber por qué te odio, Ahyeon? —Obvio no me responde.— Te odio porqué eres la niña más hermosa que he visto en mi vida, me gustaste tanto cuánto te vi, pero me dió mucha rabia saber que eras hetero y pensé que jugabas conmigo burlandote. Justo cuando nos encontramos en el local de mi hermana, que me dijiste eso pensé que jugabas conmigo y solo te enorgullecía saber que hasta mujeres se morían por ti.

Tomo aire para continuar.

— Luego, mis sentimientos al verte tan hermosa cada día aumentaron, pero como se suponía que me odiabas también tenía que demostrarte odio. Hasta hace unos días que me besaste, ya no puedo seguir ocultando lo que siento —Digo. Suspiro.— Y he llegado a la conclusión de que... No te odio, te quiero. Te quiero mucho. Y no quiero perderte, quiero cuidarte.

Obviamente hubo un silencio después de confesar eso, y suspiré aliviada de confesar mis sentimientos.

— ¿Por qué te quedaste callada, energúmena? —Su voz me congela— Vamos, sigue confesandote que estoy a poco de besarte.

Sonrió y ella ríe mientras me muestra su rostro sonrojado. Aprieto mis labios que se mueren por comerse los de ella.

— ¿Me... Oíste, Ahyeon? —Pregunte tímida. Ella se rió.

— Todo. Absolutamente todo. —Sonrie, tan coqueta que se ve bellísima. Ella se acerca y me acaricia el cabello, empezando a hacerme trenzas.

— ¿Que haces...?

— Cuando termine de hacerte las dos trenzas te contaré cómo me empezaste a gustar, Chiquita —Me dice.

Las trenzas adornaron mis hombros, y ella sonrió al terminar. Entonces empezó a contarme todo. La rabia que le causaba la poca atención que yo le daba y todo. Los celos, y la confusión que sentía.

Claro que la entendía. Luego me habló de Hanbin y lo tóxico que era, y que gracias a algunas cosas que ese mal nacido le había dicho había dudado de muchas cosas.

Nos quedamos viéndonos un rato a los ojos, mientras ella sollozaba recordando lo que había ocurrido. Y la consolé una última vez antes de decirle:

— Ahyeon —Llamé, ella eleva sus ojos y ve los míos.— ¿Puedo besarte?

Una sonrisa tenue se dibujó en sus labios y antes de poder imaginar que se negaría, asintió.

Y sin espera nos acercamos ansiosas para besarnos. Sus labios chocaron con los míos y la tomé de la nuca y de la mejilla, así como ella se aferraba a mi cuello con los brazos. Duramos así unos largos minutos antes de caer encima suyo y acariciar sus piernas desnudas por el shorts de pijama que lleva puesta.

Dios, está niña me está haciendo pecar.











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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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