¡Estaba tan nerviosa! Mi corazón latía como si me fuera a dar un infarto. Cuando me levanté se lo conté a todos mis amigos y gente cercana, también llamé a mi madre para contárselo y a mi hermano le mandé un whatssap. A todos les gustaba que me fuera de una manera u otra: a algunos le daba envidia, a otros alegría, a otros tristeza y a otros todo a la vez.
Decidí hacer una quedada para despedirme. Iba a ser difícil juntarlos a todos pero seguro que alguno que otro vendría; de hecho, decidí hacerlo en casa, ya que además de que todos sabían donde estaba era el punto más intermedio en mi barrio, que yo supiese...
Para mi sorpresa... ¡Aparecieron todos a los que invité! Me sorprendió tanto abrir la puerta reaccionando a la llamada del timbre y encontrarlos a todos allí que no salió nada de mi boca, solo esbocé una sonrisa de alegría extrema y los abrazé como si llevase sin verlos años, de hecho, había un montón de gente a la que llevaba tantos años sin ver que ni reconocía al segundo sus caras.
Había preparado una mesa enorme con todas las sillas necesarias para estar cómodos. Cuando nos sentamos los saludé:- ¡Hola chicos! ¡Llevaba tanto tiempo sin veros...!
- ¡Cómo nos alegramos de verte Andrea! ¡Los 6 forever nos hemos podido reunir otra vez gracias a tí!- dijo Manolo esbozando una gran sonrisa.
- ¡Eso! - dijeron los componentes de los 6 forever al unísono.
Me alegraba que hubieron venido. La gran mayoría de los grupos de la infancia se rompen pero ellos permanecían fuertes a pesar de los años.
- Bueno... Supongo que no puedo decir lo mismo...- dijo Javier, mi exnovio.
- Bueno, yo tampoco creo. ¡Nos vimos la semana pasada! De hecho hicimos una fiesta de pijamas.- rió María.
- Cierto.- Reí con ella.
- Bueno, centrémonos en el tema principal- interrumpió Mari- ¡Te vas a Madrid una semana!¡Qué fuerte!
- Pues sí. Bueno, yo voy allí por un motivo: conocer a mi ídolo, rubius.- dije esbozando una sonrisilla inocente.
- Te va a costar un poquito encontrarle pero, con lo cavezona que tú eres seguro que lo consigues.- dijo Juan animándome.
- Mi gran amiga Andrea, si lo encuentras... ¿Le puedes pedir un autógrafo, porfi? Es que yo también soy fan, como ya sabes- me pidió Lola.
- Se lo traeré, en el caso ipotético de que le encuentre, a todo el que me lo pida.Después de esa frase, surgió un movimiento reflejo formado por todos los componentes de la sala: ¡Todos levantaron la mano! Mi movimiento de respuesta fue contarlos en voz alta y apuntarme el número 11 en la mano.
- Pues de acuerdo: 11 autógrafos, me lo apunto.
Todos soltaron una pequeña carcajada y... ¡Empezó la fiesta de despedida verdadera! Estubimos horas charlando y bailando, tantas que se hizo de noche.-Adiós Andrea. ¡Ha sido un fiestón!- dijo Rosario, otra componente de los 6 forever.
- Adiós.- reí.
- Adiós Andriu, si por algún casual te sale otro viaje así, llámame sin dudarlo.- se despidió Mari.
- Lo haré sin pensarlo, adiós- me despedí sarcásticamente.
- Adiós- se despidió Javier amargamente.
- Gracias por venir- dije subiemdo mi tono.
- Adiós Andrea, ¡Nos vemos!- se despidió alegre María.
- Adiós, te llamo.- agregué.
- Adiós, nos vemos el curso que viene- dijo Lola con una sonrisa.
-Adiós, gracias por...
- ¡Una cosa más!- me interrumpió- ¿tienes algún regalo o algo por si encuentras a Rubius?
- Lleva años preparado, no te preocupes.- dije esbozando una sonrisa.
Me devolvió el gesto y se fué.
Justo después recogí un poco, me despedí de mi padre, puse la alarma a las 9 de la mañana y me fui a la cama, aunque no iba a ser tan fácil. Estuve dando vueltas media hora, una hora, una hora y media, dos horas, hasta que a mi cuerpo le dió la gana de dormir.
A la mañana siguiente sonó el despertador y el salto de la cama fue instantáneo. ¡Debía preparar casi todo, ducharme, secarme el pelo... ¡Y sin contar el maquillaje, y solo tenía dos horas! El tren salía a las una de la tarde pero quería estar allí con tiempo.
Cogí la bolsa y metí todo lo necesario, incluido el regalo de Rubius, casi no cerraba. Después corrí hacia el cuarto de baño, preparé mi neceser lo más rápido que pude y me duché.
Justo cuando fuí a secarme el pelo..."¡Mierda, el secador!" ¡Lo acababa de meter en la maleta! Hice un spring hacia mi cuarto y lo cogí, entonces miré el móvil: Afortunadamente solo había pasado una hora. Debido al factor me tranquilizé y pude acabar mis quehaceres sin pausa pero sin prisa. "Menos mal que no me he quedado dormida." Pensé con un resoplido de relajación al ver todo acabado a la hora que quería.
Cuando llevé la maleta a la puerta salió mi padre por la puerta del pasillo:-¿Has desayunado?- preguntó.
- No, es que no tengo hambre, ya sabes, los nervios.- dije con una risita nerviosa.
- Come algo en cuantdo llegues, ¿vale?
- Sí sí, no te preocupes.- respondí.Al cabo de una hora llegamos a la estación del ave. Me sorprendió haver llegado veinte minutos antes de que mi ave saliera con destino a Madrid.
De repente llegaron mi madre y mi hermano por detrás de mi padre.- ¡Hola mamá, hola Mario!- les saludé.
- Hola hija, ¡anda que no he tenido que correr!- dijo mi madre.
- Se te nota.- dije riendo.
- Hola tata.- dijo mi hermano.
- Hola, k ase.- reímos.
- Bueno, venimos a despedirte. Que tengas buen viaje y que nos llames cuando lleges.- explicó mi padre.
- Eso, que no se te olvide.- agregó mi padre.
- Sí, de acuerdo.- dije.Justo después de esa frase sonó el megáfono avisando que los pasajeros del mi ave deberían dirigirse al andén.
-Bueno, adiós hija, disfruta.- dijo esbozando una sonrisa y dándome un beso en la frente.
- Adiós hija, lo mismo.- dijo repitiendo el mismo procedimiento de mi padre.
- Adiós tata, saluda a Rubius de mi parte.- dijo sarcásticamente.
-Lo aré- dije en el mismo tono.Me dirigí al andén con mis maletas. Cuando iba a entrar di una media vuelta dramática, miré hacia atrás de la misma manera y me dirigí a mi asiento.
Justo al sentarme puse mis maletas en el compartimento de encima de mi asiento y miré por la ventana. Estaba nerviosa, así que intenté relajarme, aunque mis esfuerzos cesaron cuando se oyó el típico ruido desagradable de salida, con el cual me puse incluso más nerviosa. Entonces mi mente pensó en un remedio y dió con la respuesta en el interior de mi mochila: Música. Ésta fue mi ayudante para superar mi nerviosismo durante el viaje.¡Había llegado! La enorme estación penetró en mis ojos de una manera espectacular. Nunca había estado en Madrid con consciencia, por lo que todo me parecía más grande. Entonces mi mirada se clavó en la cafetería. No me extrañó nada que el movimiento reflejo fuera el ruido de mi estómago hambriento. Entré en la cafetería y pedí un café, no me apetecía otra cosa en ese momento. En el momento de esperar la comanda pensé en llamar a mis padres para decirles que había llegado bien. Solo quería decirles eso pero, como de costumbre, ambos se enrrollaron como persianas, ¡Hasta se me enfrió el café!
Después de tomarme mi café helado, que de hecho no me vino nada mal ya que estábamos en verano,me dirigí hacia mi hotel con la pista de que se llamaba Moderno y se encontraba en la Plaza del Sol. Cuando llegué pregunté por mi habitación, ellos preguntaron por mi nombre y, al darles la respuesta, me dieron mi dorada llave. Subí y, nada más entrar, me quedé asombrada: cama blandita con mesitas de noche a juego con las sábanas, alfombra peludita a juego con una conjunto formado por mesas y sillas de madera, suelo de madera precioso a juego con la pared y, por último y no menos importante, el imponente balcón, con una amaca blanca y una mesita con una vela redonda en el centro. ¡Era preciosa! "Mi padre se ha debido de gastar una pasta..." me dije. Justo después de admirar aquel paraiso de madera flotante, deshice la maleta y decidí dar una vuelta por la gran ciudad y visitar algunos sitios que quería conocer y, con suerte, verle. Me cambié de ropa de viaje normal a la ropa típica de "Nadie me conoce, pero voy con estilo", ya sabeis... Y me fui del hotel, no sin antes coger mi pequeño mapa plegable y el regalo del Sr. Doblas, por si acaso.
Cuando salí hacía un tiempo estupendo para dar un paseo. Estuve paseando un buen rato por la Plaza del Sol, ya que era enorme, hasta que, el tiempo se detuvo, la gente se detubo y se tiñó de blanco y negro, todo detenido menos la persona que tenía a pocos metros de mi y yo. Lo había conseguido, le había encontrado porque, la persona que tenía enfrente, sentada en un banco hablando por teléfono, no era ni más ni menos que ElrubiusOMG.
Cuando llegué a su encuentro le abrazé fuertemente y, para mi extrañeza y satisfacción, me lo devolvió. Sabía que él no me conocía, pero ese abrazo fue tan fraternal, tan cálido... No quería soltarle y él parecía que tampoco, ¡No podía creerlo! ¡Estaba abrazando a mi ídolo!
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Sueños
FanfictionNovela fan (Rubius y tú) Andrea siempre ha soñado con ver a su ídolo pero, como a toda adolescente, la edad se lo impide. Ambiciosa como ella sola, le recuerda a su padre cada cumpleaños lo mucho que desearía ver a su ídolo de varios años: ElrubiusO...