CAPÍTULO 7: TODO ES POSIBLE

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La luz de la mañana inundó la habitación del hotel en un segundo. Estaba reventada por el ataque de euforia de ayer y un dolor de cabeza enorme a su consecuencia.

Pero no debía dormirme en los laureles de mi experiencia, debía llamarlo para quedar; seguro que conocía Madrid y qué mejor guía que mi ídolo. De inmediato cogí el móvil de la mesita de noche y me disponía a llamar cuando... ¡Me llamaban a mí! "¿Quién será?" pensé extrañada, ya que todavía era temprano para que mi familia se empezase a preocupar por mi...

Miré el nombre de la curiosa llamada y... ¡Era Rubén! Mi corazón empezó a latir peligrosamente rápido acompañado de una sensación de calor en mi cabeza y vientre. Casi se me calló el móvil, pero antes de contestar me intenté relajar y me senté a un lado de la cama.

- ¿Hola? – intenté parecer calmada.

- ¡Buenos días! Soy yo...

- Sé que eres tú – reí- apunté tu número ayer, ¿recuerdas?

- Sí es verdad. – rio conmigo- Me preguntaba si querías ir a tomar un café o algo ahora.

- ¡Claro! ¿Dónde?

- ¿Te acuerdas dónde nos conocimos ayer? Pues en el mismo lugar.

- De acuerdo, nos vemos allí. – dije ocultando pésimamente mi tono entusiasta.

- Hasta ahora entonces. Nos vemos allí en media hora. – dijo en el mismo tono.

Cuando colgué me disponía a empezar otro ataque de euforia, pero no tenía tiempo para eso. ¡Debía arreglarme en media hora! Qué presión me metía este hombre...

Esa fue la primera vez en mi vida que me dio tiempo a ducharme, vestirme, pintarme y, lo más importante, que no se me olvidase nada antes de salir. Cuando llegué al recibidor le di las llaves de mi habitación y me fui al encuentro de Rubén.

No pasé mucho tiempo andando hasta que... allí estaba él... ¿Hablando por teléfono otra vez? Me resultó extraño pero no preocupante, así que decidí repetir la escena de ayer: Cuando dejó de hablar por teléfono corrí hacia él para abrazarlo. La única diferencia es que esta vez él me esperaba con los brazos abiertos.

Nos fundimos en un tierno abrazo que pareció que duró años. Dicen que las cosas buenas de la vida duran muy poco pero, tenerlo entre mis brazos en aquel momento, me pareció una vida entera, pero una vida llena de felicidad. Todavía me tenía en sus brazos cuando me saludó:

- Hola... - dijo con su cabeza apoyada en mi hombro delicadamente.

- Ho... Hola – tartamudeé, todavía en la gloria.

- Me encanta esta parte. – rio.

- Sí. – reí con él – A mí también.

Una vez nos separamos nos fuimos a desayunar. Pasamos toda la mañana hablando, pero no fue como la primera vez que nos vimos, sino que hablamos de temas personales. Rubén me contaba cosas que comprendía hasta cierto límite, como el problema que tuvo con youtube hacía unos años. Pero cuando empezó a indagar en este tema y en muchos otros que conocía me sorprendí. Jamás pensé que todo lo que le había pasado pudiese llegar a tal complicación, incluso a tal problema, como el "acoso" de algunos fans y la separación con su novia.

Él solo hablaba y yo escuchaba, pero sabía que había conexión entre nosotros, que nuestros problemas eran diferentes, pero nuestros sentimientos sentían a la vez, nuestras mentes se conectaban... Entonces empecé a comprender lo que pasaba y sigue pasando, y sabía que llegaría a más... Pero esta vez no estaría solo, nunca más...

- Eso es lo que ha estado pasando todo este tiempo, sin que nadie lo supiera, nadie más que yo... - una lágrima se derramó en su cara.

- No te preocupes. – dije secándole la cara con el dedo – Todo ha pasado, estarás bien...

Él me miro a los ojos mientras yo seguía con mi mano en su rostro. De repente sonrió y apoyó su cabeza en mi mano sin apartar sus ojos de los míos. No pude evitar mi expresión de sorpresa ante su gesto, pero me dejé llevar y le sonreí dulcemente. Él agarró mi mano y la devolvió a mi regazo:

- ¿Quieres pasar la tarde conmigo... en mi casa? – preguntó con timidez.

- ¡Claro! – dije recuperando la compostura.- Ya hemos comido y hemos visto medio Madrid en un día, no tengo nada más que hacer.

- ¡Vamos al coche entonces! – dijo sacando las llaves de su bolsillo.

Fuimos hasta el coche, intentando olvidar los malos momentos haciendo tonterías como un par de adolescentes rebeldes, sin que a nadie le importásemos ni ellos importarnos a nosotros. Mientras tanto un sinfín de emociones recorrían mi estómago con rabia mientras le miraba y escuchaba. "Este no es Rubius" pensaba "Este es Rubén".



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⏰ Última actualización: Jan 14, 2016 ⏰

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