Son las siete de la tarde del viernes y Violeta acaba de apagar el ordenador. Ha pasado todo el día revisando informes de ingresos y gastos de las empresas de las que es accionista, y tomando algunas decisiones respecto a la pequeña editorial que montó hace un par de años para estar más entretenida. A estas alturas, el dinero no es algo que le preocupe, pero necesita tener algo que la mantenga ocupada y los libros siempre han sido una de sus pasiones. Darles la oportunidad a pequeños autores que en otros sitios, pese al talento, habrían sido rechazados, es para ella también una especie de cruzada, algo parecido a lo de cazar maleantes por la noche. Aunque, con esto último, ella también saque algo de provecho que no tiene nada que ver con ganancias económicas.
Coge el móvil y vuelve a leer el último mensaje que le ha enviado Denna, confirmando la hora y la ubicación del local donde han quedado. No está muy lejos y todavía quedan un par de horas, así que tiene tiempo suficiente para darse una buena ducha y arreglarse en condiciones.
–Es sólo un bar con música en directo, así que no te pases con el estilismo que nos conocemos, Dark Queen. –Le había dicho su amiga. –Y ven comida de casa, que no es noche de cacería.
El local, un sitio llamado El Secreto, está apenas a unos quince minutos caminando de su piso. Siempre le ha causado curiosidad pero, por alguna razón, nunca ha pisado su interior. Hay algo en el aura que desprende que la hace sentir incómoda. Pero Alex ha insistido en quedar ahí para presentarles a alguien de su familia que acaba de llegar a la ciudad y estaba demasiado contento como para trastocar los planes del chico. Y luego Almudena insiste en que su amistad no ha complicado la vida de la vampira...
Después de estar casi veinte minutos decidiendo qué ponerse para ir medianamente arreglada pero sin pasarse, se ha decidido por fin por unos simples pantalones negros de pinzas, un corset ceñido semitransparente y una americana holgada por encima. Ha terminado el look con un ahumado oscuro pero sencillo en los ojos y un toque de su perfume favorito. Cuando Denna le ha dicho que hoy no sería noche de caza se refería a sus aperitivos nocturnos, pero nadie dice que no pueda saciar otro tipo de apetitos. La noche es muy larga.
Como va bien de tiempo, decide ir hasta el local dando un paseo, mientras aprovecha para observar a la gente que se cruza por la calle. Cuando llega frente a la puerta de El Secreto, se queda mirando el gran rótulo de madera que corona la entrada.
Las letras en negro, que parecen pintadas a mano, destacan sobre la madera envejecida pero, lo que realmente llama la atención de Violeta son las dos runas de protección pintadas a cada lado del nombre, enmarcándolo en un aire de misterio. Si no fuera por esa extraña sensación que le eriza la piel estando tan cerca, Violeta seguramente pensaría que se trata del negocio de algún moderno de Madrid que ha querido darle un toque místico al sitio.
–Perdona, ¿vas a entrar?
Una voz tras ella la saca de golpe de sus pensamientos. Al parecer, se había quedado medio en trance justo en frente de la puerta y estaba bloqueando la entrada al local. Inmediatamente, Violeta se gira con la intención de disculparse y dejar pasar a aquella persona pero, cuando levanta la vista, se queda completamente en blanco.
Frente a ella tiene a una chica joven, probablemente en sus veinte tempranos, de larga melena negra y tez clara. Va vestida bastante informal, con unos simples vaqueros anchos y una sudadera verde, que acompañan el look despreocupado que transmite su postura relajada. Lleva colgada al hombro una funda de guitarra, por lo que lo más probable es que sea alguien de la banda. Todo el pack va acompañado por una suave sonrisa que se dibuja tímida en sus labios e ilumina el resto de su rostro.
Pero lo que ha hecho que a Violeta se le atraganten las palabras, es la sensación de deja vú que unos ojos verdes, brillantes y algo pícaros, han provocado en ella.
ESTÁS LEYENDO
El cantar de la Luna
RomanceUna adora la luna. La otra la exiliaría del cielo. Un corazón que no late. Otro que corre desbocado sin rumbo. Tal vez, un amor que debería ser imposible sea capaz de sanar cicatrices que llevan años abiertas. Como la luna, esta historia tiene cuatr...