3. La bestia de ojos verdes

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Despierta, mon chère. Te espera un nuevo mundo.

Violeta todavía recuerda el dolor que sitió aquella noche. Es increíble como el cuerpo y la mente pueden ponerse de acuerdo para torturarte, guardando en la memoria lo que sentiste en un momento traumático de tu vida. En los días más duros, puede incluso notar los afilados colmillos de su flamante nuevo esposo hundiéndose en su cuello y arrebatándole lo único que le quedaba suyo. Recuerda como a medida que el dolor remitía y dejaba paso a una calma resignada, tan sólo esperando a que acabara para descansar por fin, sus ojos se posaron en la imagen de la luna llena que, a través de la ventana, parecía burlarse de su suerte.

Ojalá aquel monstruo, al que su padre la había vendido sin conocer su verdadera naturaleza, se hubiera conformado con alimentarse de ella. Ojalá la hubiera dejado morir aquella noche. Pero no. El sabor de aquella sangre maldita la condenó a ser como él, sólo porque un inmortal se había cansado de la soledad.

Ahora, su cuerpo se nota igual de pesado que aquel día tras despertar en un nuevo mundo más oscuro. Nota todos sus músculos tensos, pesados, como si hubiera realizado un gran esfuerzo físico que la hubiera agotado por completo. Recuerda entonces el calor abrasador recorriendo sus venas y el sabor de aquella sangre sublime que la había llevado al éxtasis y a los infiernos en cuestión de segundos.

Te está curando...

–...I know. It got me off guard. –Violeta puede distinguir la voz de Chiara en la distancia, como si estuviera a quilómetros de allí, aunque pueda sentir su presencia cerca. –Things got out of control pretty quickly and I couldn't stop it. –Se hace una pausa. Probablemente la chica esté hablando con alguien por teléfono. –No, I don't think she wanted to hurt me. We were... –Se hace otra pausa y de repente Chiara suelta una ligera risita. –Yeah, that. Charlie, something tells me that she's a bit lost in all this. Could you...? ... Thanks, that would be nice. Tomorrow at noon? The Welllington? ... Okay. Love you, too.

Violeta consigue, por fin, abrir ligeramente los ojos y comprueba que todavía es de noche. Sigue en su habitación, estirada en su cama, pero lleva puesto uno de sus pijamas y tiene las sábanas echadas sobre ella. ¿Cuánto tiempo ha estado inconsciente?

Todavía con la vista un poco nublada, escucha los pasos de Chiara acercarse a la habitación. Cuando ve a la morena, vestida de nuevo con su ropa, apoyarse en el marco de la puerta y mirarla en silencio desde allí, los recuerdos de lo que ha pasado entre ellas antes de desmayarse, tanto lo bueno como lo malo, vuelven a azotarla. Desde la cama, observa a la chica con detenimiento, buscando las consecuencias de sus actos, signos del daño que su falta de control pueda haber causado, pero no los encuentra. En su lugar, ve como una ligera sonrisa se dibuja en los labios de Chiara al descubrirla despierta, acompañada de un leve sonrojo dándole color a la piel de sus mejillas.

La sangre del lobo.

Aquellos ojos verdes que ahora la miran con comprensión.

Debería haberlo visto venir.

–Sabías quién era desde el principio. –Afirma la vampira intentando sonar firme, aunque todavía le fallen un poco las fuerzas.

–Sí. –La respuesta es rotunda, como si ya se esperara la pregunta de antemano.

–Y aun así...

–Mentiría si dijera que no esperaba ese momento desde que te vi en el bosque. Lo que no esperaba es que tuvieras tan poco auto control.

–Tengo mucho autocontrol. –Rebate Violeta ligeramente ofendida.

–La marca que me has dejado en el cuello opina lo contrario, colmillitos. Aunque he de admitir que, tal vez, mis propias feromonas hayan tenido algo que ver.

El cantar de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora