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La voz y las palabras de su padre la devolvieron a la realidad. Entonces lo recuerda. La iba a llevar al hospital. Le reclama por eso. Según él, dice que la habló varias veces, pero qué ella nunca despertó.

Luisa se impresiona al oír eso. Es decir: ¿Por qué no despertó? ¿Acaso tuvo que ver en algo la aparición de su madre en aquel sueño?.

Lo piensa y reflexiona. Le dice a su padre que irá al hospital. El le pide que no lo haga. Que es mejor que se quede en casa. Ella no le hace caso y corta la llamada. Se viste, toma el bolso de mano, las llaves y sale de la casa. Pide un taxi en la esquina.

Se sube al auto y le pide al chofer que la lleve al Hospital Central. El viaje dura 10 minutos. Llegan. El chofer estaciona el auto en la entrada del Hospital. Ella le paga el viaje, se baja del auto y entra al edificio.

Camina hacia la recepción. Pide ver a su madre. En eso llega su padre. Ella lo mira y él le sostiene la mirada. No lo piensa dos veces y corre a sus brazos. Ambos se abrazan.

Luego se separan y su padre le dice lo siguiente: "Te dije que te quedaras en casa. No es bueno que estés aquí. No porque no tengas derecho de ver a tu madre es solo que. No quiero que sufras más de lo que...Pero...veo que es imposible. No se puede controlar todo en esta vida, ¿verdad?. Y más cuando se trata de tu madre".

A lo que ella le responde: "No, no se puede controlar todo. Si se pudiera controlar todo en esta vida, mi madre estaría con nosotros".

Su padre asiente con la cabeza. Le pide ver a su madre. El aún no está muy convencido de hacerlo. En momentos así, es cuando más tiene dudas de lo que dice y hace. Pero ella insiste. El le dice que es mejor que regrese a casa. A lo que ella le responde que no lo va a hacer.

Incluso se pone un poco histérica.

Ante su comportamiento él acepta que la vea. La lleva hasta la morgue. Pide permiso. Los forenses los hacen pasar. Victor les explica que la joven es su hija, y que solo quiere ver a su madre. Ante la duda, los forenses aceptan que la vea. Los llevan a donde está su cuerpo.

Su cuerpo está recostado sobre una camilla. Está tapado con una sábana blanca. Luisa se prepara. Uno de los forenses destapa el cuerpo de su madre hasta el cuello.

Ella ve su rostro. Está blanco, hinchado y muy frío. Se tapa la boca con ambas manos. Las lágrimas no tardan en salir de sus ojos.

No aguantó más y se desplomó sobre el cuerpo de su madre. Llora desconsoladamente, mientras le pide perdón por no haber estado ahí para despedirse de ella. Por otro lado, su padre solo mira la escena, y respeta este momento con su hija en silencio.

Al servicio del alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora