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Está cerca. Su cuerpo pide ser atendido, pero su mente le ruega que no lo haga. Su corazón no deja de latir con fuerza. Se da cuenta de que su inocencia corre riesgo en las manos de su padre. De hecho, falta poco.

Ya no se puede seguir resistiendo. Es por eso que casi toca la mano de su padre. Un estruendo en su cabeza le dice que no. Retrocede asustada. Mira a su padre con horror. Le dice que no puede hacer eso.

Su padre suspira.

Lo entiende. A él tampoco le gusta tener que acostarse con ella. Pero sabe que no hay más alfas que puedan satisfacerla. Ni siquiera Raul está en casa. Solo queda una alternativa, hacerlo él o llamar a Raul.

Aun así, es un poco arriesgado. Puede que Raul no llegue a tiempo. Es decir: su hija no va a poder seguir controlando su celo. No queda más opción. Tiene que hacerlo él. Se levanta de la cama. Camina hacia su hija.

La acorrala contra una de las puertas del armario. La chica se encoge al tenerlo tan cerca de ella.

Lo mira con expectativa. Con miedo. Con dudas. ¿Qué está haciendo? se pregunta. Víctor la mira a los ojos. Mantiene su postura. La toma suavemente del mentón y luego la besa. Intenta resistirse, pero los besos de su padre son muy ricos. Poco a poco se deja llevar.

Su padre la carga en los brazos y la lleva a la cama. La acuesta y se sube encima de ella. La mira. Luego la besa. Esos besos se vuelven más apasionados y lujuriosos.

Poco a poco se quitan la ropa. Ella no puede evitar disfrutar del amor y cariño que le da su padre. Una vez más se deja llevar. Esta vez lo abraza y lo besa apasionadamente.

Él acaricia sus piernas y luego su vagina. Con sus dedos siente lo caliente y húmedo que está. Ya no puede más. Tiene que hacerlo.

Tiene que entrar en ella.

Le guste o no, tiene que tomar...su virginidad...

Al servicio del alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora