Prólogo

19 7 0
                                    

La nube negra de la cual escapo, aún me persigue sin detenerse, puedo deshacerme de ella solo un tiempo, porque inevitablemente esos recuerdos vuelven arrasarme hacía su tormenta; la cual creí que ya podría olvidar y seguir yo misma adelante, pero me equivoqué. Y no es tarde para darme cuenta de ello. El silencio es un asesino también, así que no callare, no me abstendré.

Después de la herida, aparece la cicatriz, esta se encarga de cubrirla y curarla, pero hay heridas que no son visibles; no sanan al ser tan profundas, simplemente se aprende a vivir con ellas.

El dolor se convirtió en remordimiento, el remordimiento en odio, le agregaron sal a la herida, y abrieron un vacío que nunca debió existir.

No llegue a imaginarme que cambiaria drásticamente mi vida de un día para otro, solo anhelaba una familia feliz. Hacer los días de picnic los domingos, comer esa deliciosa lasaña extra queso de mi madre, esperar a que mi padre llegara de su largo día de trabajo para poder lanzarme a sus cálidos brazos y abrazarlo, reencontrarme con mi hermano mientras escuchaba sus consejos, jugar a las muñecas con mi pequeña hermana. Convertirme en el orgullo de mi familia ascendiendo en mis practicas de ballet, siempre quería ver una sonrisa en sus rostros.

Sabia que su felicidad era mi felicidad.

Los acontecimientos me abrieron los ojos, ahora no hay vuelta atrás, esa es la única salida, ¿habría manera de tener el concepto de una vida floreciente y prometedora?, no mientras la oscuridad gobierne. 

En lo mas profundo de mi ser, desde esa noche algo se apago en mi, la luz que todos veían, se esfumo. 

Cuando culmino la catástrofe temporalmente, me centre en un solo objetivo, aquel objetivo que se volvería mi propia perdición. 

Usare este remordimiento a mi favor, y se darán cuenta que yo soy su peor error.

Eclipse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora