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Todavía no oscurecía, pero Jennie seguía trabajando. Salió a despedir a un paciente, y vio a MinJeong jugando con su Nintendo.

Cruzaron miradas y se acercó para hablar un momento o solo relajarse, pero su reloj sonó. Bufó.

Otro paciente. Lo había olvidado.

—Terminaré tarde, ugh, necesitaba comprar algunas cosas y una caja de mis cigarrillos, pero olvidé a este chico —se quejó, soltando un pequeño gruñido frustrada. Sabía que la nicotina era muy mala, pero llevaba 3 días sin fumar y estaba muy estresada ahora mismo. Minjeong dejó su juego y la miró—. Creo que volveremos a pedir comida china.

Minjeong frunció sus labios.

—¿Quieres algo más? —Preguntó al aire, pero se quedó pensando—. Al lado del mini super que suelo ir hay una tienda de comida coreana muy buena... pero tardaré en ir y no sé si quedará.

—Puedo ir si quieres, no creo perderme.

Por supuesto, MinJeong tenía casi memorizada cada calle de esa parte de la ciudad, por simple seguridad. Además, así ha estado yendo a la escuela de Haewon, le es casi imposible perderse ahora.

—¿Segura? No sé si deberías salir tan tarde...

—Nini, tengo 30 años.

Jennie la miró de arriba a bajo y resopló, moviendo su mano con desinterés—. Bien, bien, niña grande. Anda, te daré una lista. Trae bibimbap y mis cigarrillos.

Minjeong asintió mientras buscaba su teléfono —ese que Jennie le dio porque cambió el suyo por uno nuevo—, y también un reloj inteligente porque había una buena oferta. A veces Minjeong cree que tiene un problema con las compras, pero no le importa.

...

El camino fue silencioso, dejando a la vista sus brazos con su camiseta sin mangas, sus pantalones cargo y ese beanie negro. Compró primero la comida antes de pasar a la tienda de servicio.

La escena en el local era casi surrealista. El ambiente estaba impregnado de una calma extraña, rota solo por el murmullo de la televisión vieja a un costado del mostrador y el suave ruido de los refrigeradores. Minjeong estaba allí, de pie frente al mostrador, con una paleta en la boca mientras esperaba que el cajero le entregara su cambio, dándole una mirada gélida cuando miró demasiado tiempo sus manos heridas. Al contrario de Jennie con sus cigarrillos, MinJeong prefería una simple paleta, era un gesto pequeño, casi insignificante, pero el azúcar en su boca le proporcionaba una ligera distracción del caos interno que sentía cada día, la mantenía algo sensata de no querer estrellar la cara de ese chico en el mostrador.

Y entonces sucedió.

Minjeong sintió algo extraño e incómodo, miró hacia una dirección específica y la vio. Su corazón reaccionó ante una presencia familiar. Ahí estaba Jimin, parada a unos metros de distancia, congelada, con los ojos muy abiertos, igual de sorprendida que ella. El mundo pareció detenerse para ambas. Winter sintió cómo la paleta caía de su boca y golpeaba el suelo, pero ni siquiera registró el sonido. Todo lo que podía hacer era mirarla.

Tenía que ser una maldita broma. Quiso decir una maldición cuando sintió su corazón agitarse y su estómago revolverse al verla, la emoción comenzó a subir como fuego lento, pero resopló por la nariz molesta. No iba a verse feliz, se suponía que no debería sentirse feliz, pero lo estaba... y mucho. Jimin se veía tan hermosa y rota como la última vez que la vio.

Jimin, por su parte, se sentía abrumada. Había soñado con este momento tantas veces, había imaginado qué diría, cómo actuaría, cómo mantendría la compostura porque, diablos, ella se estaba desmoronando lentamente, ha estado esperando por ella, secretamente contó cada día desde que estuvo en prisión y lo ha seguido haciendo. Toda su compostura se desvanece al ver a su Minjeong en carne y hueso a pocos metros de ella. Su pecho se apretó con ansiedad. ¿Era realmente Winter? ¿Era una visión de su mente, una burla cruel de su imaginación?

Obsession || WinRina G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora