Capítulo 6. Los «D.» siempre provocan tempestades.

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«Ese cúmulo de sentimientos... aún resuenan en mi pecho...»


—¿Eh? —dijo Luffy, saliendo de su llanto ensimismado.

—Ven conmigo —repitió Law, con lo que el chico, con el rostro lloroso, lo miró y solo asintió con su cabeza por un instante. Law lo ayudó a ponerse de pie y, entre el vapor, vislumbró una bata de baño, la cual le dio, con lo que el chico tapó su cuerpo lleno de heridas, mientras él cerraba las llaves de agua y se quitaba su gabardina, empapada, dejándola colgada en la pared.

Cuando iban a salir de las duchas, Law tomó una toalla blanca y se la puso a Luffy en la cabeza, cubriéndole sus cabellos y quedando lo suficientemente amplia para que no se le viera el rostro, como si fuera una capucha. Entonces, lo tomó de la muñeca derecha y se dirigió a la puerta, la cual abrió para salir al pasillo, junto con todo el vapor de las duchas, el cual al evaporarse dejó ver que ahí estaba Bepo, esperando por ellos.

El rostro de Law mostraba enojo, mientras que Bepo lucía angustiado. Se miraron por unos segundos y, sin mediar palabra, Law siguió su camino sin soltar a Luffy de la muñeca, en lo cual se clavó la mirada de Bepo, mientras ambos jóvenes se iban perdiendo por el pasillo.

Cuando llegaron a la habitación del capitán, Luffy fue directo a la cama y se sentó en ella.

—Sécate bien o te resfriarás —dijo Law, mientras entraba a su baño para cambiar la ropa que llevaba puesta, la cual iba escurriendo agua.

Luffy no respondió; se puso de pie y se limitó a quitarse la bata y la toalla para ponerse la ropa que había sobre la cama: una bermuda y una playera de tirantes blanca. Si bien el short le quedaba casi a la medida, aunque de largo parecía pantalón, la playera era mucho más grande de su talla. Al terminar de cambiarse, subió su mirada llorosa y notó el mar revuelto tras la ventana, ante la tormenta que él ignoraba sucedía afuera, mientras con su mano derecha tocaba la cicatriz en su pecho, oculta bajo su playera.

Y justo en ese momento, Law salió del baño. Ya se había cambiado el pantalón, pero no traía playera. En su abdomen caían pequeñas gotas que escurrían desde sus cabellos, mientras se veían todos y cada uno de sus tatuajes. Parecía que buscaba algo en la habitación, con lo que dio algunos pasos acercándose a su cama hasta que miró a Luffy de espaldas, encontrando en él lo que buscaba: su playera de tirantes y su bermuda... porque esa ropa sobre la cama era suya.

De repente, Luffy volteó, con lo que Law notó que la playera le iba tan grande que no le cubría el pecho... y, por ello, podía ver en este la cicatriz en forma de «X» que le había quedado, de la cual él no había podido hacer nada por remover, lo cual le hizo sentir un temblor en su pecho y un sentimiento de culpa al pensar en que había fallado como médico y que esa herida estaría como un símbolo de «sufrimiento» en el cuerpo de Luffy, para siempre.

Luffy, por su parte, salió de su ensimismamiento al mirar a Law, quedando asombrado al notar todos sus tatuajes. Se limpió las lágrimas de su rostro y dio dos pasos para quedar frente al joven, preguntándole con un tono preocupado y bajo:

—¿Qué fue lo que te pasó?

—¿A qué te refieres?

—A eso... —dijo y señaló el pecho de Law.

—Son tatuajes. ¿Acaso no los...? —respondió Law, pero Luffy lo interrumpió.

—Sé qué son, pero no lo decía por eso.

—¿Entonces?

—No sé qué significan, pero esos símbolos en ellos parecen profundos y dolorosos. Es como si los hubieras hecho sobre todo tu cuerpo para recordar algo... o a alguien.

Law se quedó callado. Luffy no lo conocía y, sin embargo, había entendido con mirar sus tatuajes que tenían un significado «profundo y doloroso». ¿Cómo era posible que lo notara en un instante?

—Yo... —respondió Law, suspirando hondo para tomar valor y revelarle al chico algo tan duro para él—. Los hice en honor a una persona muy importante que estuvo en mi vida hace años; es mi manera de tenerlo siempre presente... Le debo mi vida.

—Comprendo...

Ambos se quedaron mirando, en el más profundo silencio que ni la tormenta afuera ni el movimiento del barco podían romper, aunque aún había algo que atribulaba a Law, con lo que le dijo, en un tono nervioso y de molestia consigo mismo:

—Mugiwara... Sobre esa cicatriz... —no podía encontrar las palabras adecuadas, lo que le llevó a morderse el labio inferior—. No pude hacer nada para evitarla... Te fallé como médico... Perdóname —y al sentirse tan avergonzado, bajó su mirada de la del chico.

—Oye, ¡tú me salvaste la vida! —dijo Luffy, con un dejo de molestia—. No tengo nada que perdonarte...

—Pero... —lo interrumpió Law, volviendo a mirarlo y encontrando así una expresión llena de amabilidad y comprensión en el rostro del chico, quedándose atónito y sin poder decir más.

—Ahora nos parecemos en algo —respondió Luffy, tocando suavemente con las yemas de sus dedos izquierdos el tatuaje de Law en su pecho y, con sus dedos derechos, su cicatriz en el pecho—, porque ambos llevamos en el pecho el recordatorio de esa persona tan importante en nuestras vidas y también, de quien nos salvó la vida, aunque en tu caso sea la misma persona y en el mío, sean dos personas.

Law quedó atónito. Sentía cómo la sonrisa amable y dulce de Luffy se clavaba en su pecho, haciéndole latir el corazón como nunca antes, y, a su vez, cómo esas palabras le dolían mucho pero también aliviaban parte del sufrimiento que llevaba en su alma.

Todo en ese momento etéreo se unió: el toque de Luffy en su pecho, que a su vez unía a ambos al tocar el chico su cicatriz, la conexión que había encontrado que ahora existía entre los dos, y esa sensación de querer protegerlo de todo el dolor que sabía que iba a sentir en adelante, porque él ya lo había vivido.

Y la resonancia de tantos sentires en el interior de Law lo hicieron, sin pensarlo, abrazar a Luffy.

Ambos se quedaron en silencio. Los brazos de Luffy, aún heridos, colgaban a sus costados y Law abrazaba con fuerza pero con delicadeza al chico, a sabiendas de que su cuerpo aún seguía muy lastimado. Lo tomaba como si no quisiera que nunca se marchara, pero, a su vez, como si fuera la pieza de porcelana más delicada del mundo que debía proteger de la tormenta que veía ante sus ojos, cuando, de repente, sintió cómo Luffy se abrazó a su cintura, lo cual le llenó de calma su cuerpo, pero agitó su corazón...

Y le hizo recordar, justamente, las palabras de Corazón:

«Los "D" siempre provocan tempestades».

—Luffy... —susurró Law en su oído, lo que hizo sonreír levemente al chico, quien respondió:

—Me doy cuenta de que sí sabías mi nombre... Pero yo aún no sé el tuyo, Capitán.

El tono dulce en lo dicho por Luffy estremeció a Law, lo que lo llevó a soltar su abrazo, quedando uno frente a otro, mirándose muy de cerca.

—Debes prometerme que jamás le dirás a nadie mi nombre verdadero, por favor —le pidió Law con un semblante serio, lo que hizo entender a Luffy que era un tema delicado.

—Lo prometo —respondió Luffy y puso su meñique frente a Law, quien, desconcertado, se quedó mirándolo. Al notarlo, Luffy le tomó la mano derecha y alzó su meñique—. Esta es una promesa —y cerró los meñiques entre ambos.

En la región donde vivía Law no existía el cierre de promesa con el meñique, así que era algo nuevo para él. Sonrió apenas, sorprendido una vez más por las cosas que Luffy hacía y decía, y mientras se podía mirar reflejado en sus pupilas, con sus dedos aún unidos en su promesa, confesó:

—Mi nombre es Trafalgar D. Water Law...


«Y así, decidí confiar en ti, para siempre...»

Continuará...

Nota de la autora: Y vaya que los «D» provocan tempestades... en los corazones.

La «D» es de ¿Destino? Lawlu One PieceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora