un viaje agitado y entando en la prisión del fin impeldown

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Temprano por la mañana, los primeros rayos del sol se filtraban a través de las paredes. Luffy se despertó de repente, percibiendo un olor a sangre, y salió corriendo hacia el bosque. Al regresar, sus ropas estaban cubiertas de sangre de animal.

—Luffy... —murmuró Robin, sorprendida al verlo en ese estado—. ¿Por qué mataste a ese animal?

Luffy se encogió de hombros, esbozando una sonrisa despreocupada. —Me dio hambre, y ya.

Bonney lo miró con una ceja alzada. —¿No que solo comías comida normal?

Luffy se rió. —Bueno, desde que dejé salir a Liz, la sangre se ha vuelto una de mis cosas favoritas, además de la carne y los dulces.

Robin palideció ligeramente y, tomando a Chastifol, observó los sellos mágicos que lo rodeaban, notando que algunos aún permanecían intactos.

—Amor... —le dijo con una voz preocupada—. ¿Dónde rompiste el sello de Liz?

Luffy sonrió con una mezcla de orgullo y nostalgia. —Fue en Sabaody, cuando te capturaron. La dejé salir, y fue increíble ver cómo esos cobardes rogaban por sus vidas.

Luffy rio y en un instante dejó al animal completamente seco, dejándolo caer al suelo sin vida. —Ah, qué bien. —Se limpió la sangre y salió de la habitación, dejando a Robin preocupada.

—¡Carajo! Esto es malo —murmuró Robin—. Si rompe el sello de Muzan, o de Lazeolth... o peor, el de Kurama, será un peligro para todos.

Hancock, observando la situación con seriedad, asintió. —Es verdad, pero por ahora, debemos irnos. El barco ya está aquí.

Las tres mujeres asintieron y, aunque a regañadientes, llevaron a Luffy con un bozal para evitar mayores problemas. Luffy, molesto, se quejó mientras lo sujetaban.

—¿Por qué me ponen esto? ¡No voy a matar a todos esos marines! —dijo con sarcasmo.

Robin suspiró y le respondió con un tono firme. —Luffy, amor, eres muy malo mintiendo. Lo veo en tus ojos.

Luffy la miró desafiantemente, pero optó por caminar en silencio, sin decir nada más mientras las tres mujeres lo escoltaban, conscientes del peligro que llevaban junto a ellas.

Una vez que llegaron al barco de las Kuja, embarcaron a Luffy y le dieron un poco de sangre para mantenerlo calmado. Cuando salieron de la isla, abordaron un barco de la Marina donde Momonga esperaba. Al ver a Luffy, su rostro palideció, y no pudo evitar reaccionar con alarma.

—¿Y eso qué es? —preguntó Momonga, claramente perturbado.

Hancock, con una mirada desafiante, le respondió: —Es un demonio que apareció en mi isla. ¿Quieres que lo libere para que veas lo que puede hacer?

Luffy clavó su mirada en Momonga, mostrando sus colmillos de manera intimidante. Un escalofrío recorrió las espaldas de todos los marines, quienes dieron un paso atrás instintivamente.

—No, gracias —dijo Momonga, tragando saliva con nerviosismo—. Está bien, pueden subir, pero mantén a esa... cosa lejos de mis hombres.

Hancock sonrió victoriosa y asintió. —Perfecto, entonces mis nuevas escoltas y yo subiremos.

Las Kuja y Luffy abordaron el barco, mientras los marines se mantenían a una distancia segura, observando con cautela al sombrío pirata que viajaba con ellas.

Los marines, temerosos de la presencia de Luffy y sus tendencias inquietantes, obedecieron rápidamente y llevaron toda la carne y comida disponible en el barco, dejándola junto a él. Luffy gruñó al oler la sangre y la carne, visiblemente hambriento, mientras Hancock lo observaba con una mezcla de preocupación y afecto.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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