Rick estaba sentado al borde de la cama, sus hombros encorvados bajo el peso de una carga que se sentía insostenible. Sus codos descansaban sobre sus rodillas, y su cabeza caía en sus manos como si el simple acto de sostenerse le demandara una energía que ya no tenía.
Sentía un nudo en su estómago, ese retorcerse que no se iba.
El silencio de la habitación se volvía ensordecedor. Sus hombros se sentían duros y molestos debido a la tanta tensión que cargaba.
Cerró los ojos, y por un instante, el rostro de Maddie apareció en su mente. Su sonrisa joven, sus miradas intensas, su presencia que había sido un refugio en medio del caos... Y, sin embargo, él sabía que había cruzado una línea que nunca debió tocar.
Sabía que nunca debió haber cedido. Su conciencia lo castigaba, sin embargo, a pesar de la culpa, de la traición a su familia, y a sí mismo, no podía dejar de pensar en ella.
La distancia que había intentado poner entre ellos no hacía más que aumentar la necesidad de su presencia. Y mientras más lo intentaba negar, más lo consumía.
¿Cómo una niña cualquiera había logrado ese efecto en él?
¿Por qué?
Una semana había pasado desde aquel encuentro y, sin embargo, ella seguía rondando su mente como una sombra persistente.
Cada imagen de su rostro, cada suspiro, cada gemido que había escapado de sus labios, se repetía en su mente una y otra vez, como una película que no podía apagar.
Necesitaba vivirlo de nuevo.
Recordaba con claridad lo duro y hostil que había sido con ella después de aquella noche. Sus palabras habían sido cortantes y su tono implacable. Ese recuerdo lo atormentaba. No porque dudara de sus motivos, sino porque sabía que había sido cruel.
La mirada herida de Maddie seguía grabada en su mente, su rostro apagado cuando ella se dio la vuelta y salió de su casa sin decir más. No había sido justo con ella. Pero, ¿qué otra opción tenía?
Debía ser claro, debía ser firme. Rick lo sabía: si mostraba la menor vacilación, Maddie cruzaría esa línea una y otra vez, sin detenerse a pensar en las consecuencias. Porque, para ella, las consecuencias no importaban. No veía los límites, solo seguía el impulso, el deseo, sin preocuparse por lo que podría venir después.
Se levantó de su cama, tomó una toalla y caminó hasta entrar al baño.
Miró su reflejo en el espejo del baño. La mirada en sus ojos era una que no reconocía, perdido, frustrado, atrapado en algo que no podía controlar. Su piel estaba tensa, como si su propio cuerpo estuviera dispuesto a ceder ante la presión interna.
¿Por qué la deseaba tanto de vuelta, si sabía que estaba mal? Su mente le ordenaba detenerse, pero su cuerpo... su cuerpo seguía deseándola.
¿Acaso solo encontró en ella algo que ya hace tiempo perdió con su esposa?
Rick soltó un suspiro profundo, cargado de agotamiento y frustración.
Sin perder tiempo, comenzó a quitarse la ropa para entrar en la ducha, decidido a no dejar que el día se alargara más de lo necesario.
Sabía que Lori podría llegar en cualquier momento, y que, si lo hacía, comenzaría otra de esas discusiones interminables sobre lo que él consideraba una exageración: su supuesta demora. Según ella, él siempre tardaba demasiado, cuando, en realidad, era ella quien nunca estaba lista a tiempo.
Era demasiado molesto y tonto al mismo tiempo. Lo irritaba.
Otro suspiro escapó de sus labios mientras pensaba en su esposa. El solo recordarla tensaba cada músculo de su cuerpo. El pensamiento de Lori siempre lo inquietaba, pero ahora, más que nunca, la angustia se mezclaba con algo más profundo, algo que no quería reconocer del todo. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Cómo había permitido que todo esto se desmoronara?
Finalmente, entró en la ducha. El agua fría lo recibió con un impacto brusco, cayendo sobre su cabeza y escurriéndose por su cuerpo. Se quedó allí unos momentos, permitiendo que el agua lo envolviera, intentando que cada gota arrastrara consigo sus pensamientos oscuros.
Quería borrar todo lo que le pesaba, liberarse de la culpa, del deseo, de la incertidumbre que lo había estado consumiendo.
Pero no era tan fácil.
No cuando el recuerdo de Maddie seguía persiguiéndolo, como una sombra que no podía despejar.
Dejó que el agua fría siguiera cayendo, pero al mismo tiempo, no pudo evitar sentirse aún más atrapado.
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Nos vemos en el próximo capítulo...
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Forbidden | Rick Grimes +18
FanfictionMaddie nunca imaginó que una simple visita a la casa de su amigo Carl cambiaría su vida. Desde el primer momento en que vio a Rick Grimes, el padre de Carl, algo en ella despertó: una fascinación inquietante, casi incontrolable. Rick, un hombre madu...