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–¡Sonic hizo el qué!?

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–¡Sonic hizo el qué!?

La tejón alzó la voz ante las palabras de su amiga. Amy cubrio su boca con la mano calmándola; algunas personas de lejos las observaron confundidas.

Amy sonrió avergonzada, no deseaba alterar a nadie por dicho suceso.

La ojos verdes le había contado sobre lo ocurrido en el cañon sobre dicha "competencia" entre ambos rivales.

–Así como lo oyes– susurro y retiró su mano–menos mal no paso nada, pero mientras es mejor mantenlo oculto.

–Tienes razón, por cierto–puso su mano en su mentón–¿Donde dijo que estaría Maria?

Ambas estaba por el centro del pueblo, llevan como cinco minutos esperando la llegada de su nueva amiga.

–Me envió un mensaje diciendo que pronto estaría aquí–añadió viendo su muñequera– No seas impaciente Sticks, sé que llegará aquí en cualquier momento.

Y no estaba mintiendo: Maria estaba por las instalación de Meh burger esperando su pedido antes de encontrar con sus dos amigas.

Llegó su turno pagando su comida. Estaba por dar media vuelta cuando sintió un pequeño bulto rozar su espalda, una canasta cayó al suelo posando su vista con quien había chocado.

–Oh lo siento–se disculpó la eriza. Recogió la canasta dándosela a la niña.

–Gracias señora–la pequeña musaraña miro de arriba a bajo su atuendo–¿Eres nueva por aquí?

–Asi es. Me llamo Maria Ro...–hizo una pausa–Que diga, Maria The hedghog–sonrió un poco nerviosa. Ella no le lo importancia y le devolvió la sonrisa

–Un gusto señora Maria. Mi nombres Beth la musaraña. Espero verla pronto–comenzó a caminar en dirección contraria–Por cierto me gustan sus pulseras.

Comentó antes de marcharse. Maria sonrió complacida por la pequeña, en poco tiempo se marchado de su vista,  y ella debía hacerlo lo mismo. Estaba decidida a tomar su pedido del mostrador y irse el lugar.

Al girase no percató a cierta persona detrás de su espalda, se sobresaltó asustada al escuché su bandeja con comida tocar el piso salpicando su bebida sobre los bordes en el vestido de la mujer.

–¿¡Pero que rayos te sucede?!–exclamó en protesta dirigiéndose hacia Maria.

–En verdad lo lamento muchísimo, no era mi

–¡Caso no ves por donde camina ciega!–la eriza dorada retrocedió unos pasos ante su amenaza.

–En verdad lo siento–balbuceo avergonzada.–No era mi intención hacerle caer su comida.

–Mejor guárdate tus lamentos niña tonta–poso sus manos en su cintura con enfado. 

–Déjeme pagarle su comida y de paso su vestido–intento calmar la ira de la mujer con sombrero.

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