El plan

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Todos los campistas iban marchando en una misma dirección, mientras que ambos niños iban liderando las filas. Auron caminaba de forma furiosa junto a Luzu.

Después de unos minutos de trote, Auron agarró el megáfono.

— ¡Bien hecho niños! ¡El resto de ustedes vuelvan a sus actividades! 

Los demás empezaron a saltar y gritar de la emoción mientras discutían qué era lo que iban a hacer. Fueron poco a poco alejándose y perdiéndose entre los árboles. Mientras tanto, Sebas y Dante tenían caras enojadas y de disgusto.

— Y ustedes dos —señalándolos respectivamente —a la cabaña de aislamiento.

Luzu apuntó hacia dicha cabaña. Se encontraba subiendo unas gradas en una colina pequeña, la estructura era idéntica a la de las demás cabañas, al menos por fuera. Por dentro solo tenía dos camas en cada esquina y estaba completamente vacía.

Dante se revolvía en su cama, la luz de la habitación no le permitía dormir tranquilamente

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Dante se revolvía en su cama, la luz de la habitación no le permitía dormir tranquilamente. Poniendo una cara de enojo se sentó sobre su cama y apagó las luces. 

Sebas estaba escribiendo en su diario cuando vio los movimientos de Dante y soltó un suspiro, pero cuando este apagó la luz le siguió la corriente y volvió a encenderla. Siguieron así una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve... veces hasta que se cansaron.

Amaneció con un clima horrible, parecía una tormenta. Los campistas corrían hacia sus cabañas, algunos venían del lago, otros del comedor, etc. Auron bajaba las banderas para guardarlas y guiaba a los chicos. En la cabaña de castigo había un balde para evitar las goteras del techo. 

Sebas estaba analizando sus cartas y al parecer organizándolas o jugando con ellas. Dante colgaba fotos en la pared por arriba de su cama cuando una ráfaga de viento entró por la ventana y salieron volando algunas de sus fotos. 

Sebas fue a ayudarlo empujando la ventana para que se cierre.

—Gracias.

— No fue molestia.

—Ay — Dante se agachó para empezar a recoger las fotos caídas — Ay no.

Sebas fue a recoger algunas fotos también y se detuvo antes de recoger aquel peluche.

— Aquí esta, tu... tu

—Copito.

Ambos rieron mientras seguían organizando.

—¿Se arruinaron tus fotografías?

— Solo el guapísimo Matías Recalt.

— ¿Quién?

— ¿Jamás has oído hablar de Matías? — su cara solo mostraba confusión — ¿Qué Toulouse está en otro planeta?

—Bueno, no está en otro planeta, pero si en otro continente muy lejos de aquí — lo decía con un poco de obviedad en su tono de voz.— ¿y tú qué tan lejos vives?

Juego de gemelos.   • RodrivanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora