— ¡Tengan cuidado! — Ivan iba por detrás de Sebas, pero delante del resto.
— ¡Si! — Delante, guiando al grupo, estaba Sebas, quien procuraba un ritmo suave. — ¿Qué esperan? — Las rocas de aquella montaña eran pasadas con agilidad por el menor.
— Voy a matar a mi entrenador. — Frojan estaba con una respiración agitada. Iba caminando lento y tuvo que parar un momento a tomar aire.
Dan tomó una roca del piso y vio una oportunidad. Con una cara de maldad regresó su vista hacia su hermano.
— Siempre me dice que estoy en buena forma. — Sara se sentó en una roca dejando su maleta detrás. — No puedo creer que la gente haga esto para divertirse.
— Alto niños. — Iván regresó su mirada. — Descansamos
— ¿Otra vez? — Sebas no dudó en acercarse hacia su padre. — Oye, a este ritmo nos tomará tres días llegar hasta el lago.
— Sara no está acostumbrada a la altura. — Mientras el mayor miraba a Sebas, Dan no desaprovechó y empezó a poner las piedras que recolectó en la mochila de aquel hombre. — Denle tiempo, ¿de acuerdo?
— No puedo dar un paso más, ¿podrían darme mi botellón de agua? — Sebas solo se reía de la situación, al mismo tiempo Sara solo se quejaba. Dan terminó de poner las piedras. — No puedo moverme.
— Claro. — Dan agarró aquel objeto y justo al lado estaba una pequeña lagartija. — Grandioso. — Susurró tomando delicadamente al animalito y posándolo justo en la botella. — Aquí tienes, Sarita.
Tomó un sorbo de la botella y entonces sus iris se enfocaron en un pequeñín.
— ¡AHHHH! — Lanzó el objeto tan lejos como pudo.
— Cielo, ¿qué sucede? — Sara seguía gritando en el piso. Se había caído mientras gritaba y se removía. — ¿Estás bien?
— Este lindo amigo estaba en su botellón. — Dan alzó al animal para mostrarlo.
— No te hará daño, Sarita. — Iván puso una pequeña sonrisa para calmarla.
— Si, lo sé.— Su voz se tornó nerviosa mientras se levantaba y sacudía su ropa. — Ustedes continúen.
Ivan no dudó antes de ir a recoger sus cosas para continuar.
— ¡Ah! — Dan había acercado el reptil hacia Sara. — ¡Aleja esa cosa de mi! Detesto las cosas que se arrastran. — Se acomodaba el pelo y miraba con asco hacia el niño. — ¡Uy! ¿Cómo puedes tocar eso? Déjalo en el suelo.
— De acuerdo, lo pondré en algún lado. — No desaprovechó en ver la altura a la que se encontraba y puso al animal en la cabellera negra de Frojan.
— ¿Niños?
— ¿Qué? — Ambos brincaron ante la voz.
— Yo iré al frente, ustedes ayuden a Sara. — Ivan terminaba de abrocharse su mochila mientras empezaba a caminar. — ¿De acuerdo?
— Seguro que me ayudarán. — Frojan los miraba con odio. Se levantó de su lugar y caminó. — Pero a tirarme de un acantilado si pudieran.
— Es una buena idea. — Sebas se paró al lado de su hermano para susurrarle.— ¿Ves algún acantilado?
— Mi espalda. — Frojan soltó un quejido mientras trataba de acelerar un poco el ritmo.
— ¿Te ayudamos, Sarita? — Dan actuó con voz amable.
— Ni que estuviera loca, gracias. — Se fue acercando con un aura amenazante. — No crean que no puedo ver a través de esas caras angelicales. Solo un truco más y les juro que haré sus vidas realmente miserables desde el día en que sea la dueña y señora. — Los gemelos cruzaron sus brazos e hicieron caras enojadas. — ¿Entienden?
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Juego de gemelos. • Rodrivan
Science Fiction• Sebastián y Dante son dos gemelos que al nacer, fueron separados por sus padres. Mientras que uno vive con su padre en Argentina, el otro pasa su vida en Francia. Por eso, con miles de kilómetros separandolos, era imposible que coincidieran. Has...