El Campamento

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11 años y 9 meses después

Campamento Walden

Varios niños bajan en estampidas de los buses del campamento. Muchos se conocían y se abrazaban. Otros se ponían al día mientras iban hacia su cabaña. 

Mientras se desembarcaron las maletas de los campistas, la multitud se reunía en un espacio en el que se encontraba el director del campamento dando la bienvenida a los nuevos campistas. 

—Buenas tardes niños, bienvenidos al campamento Walden. Soy Raúl Genes, el director del campamento. Ahora vayamos por nuestras mochilas tan pronto como podamos. ¡Tenemos un día lleno de actividades! Bien, le pasaré el micrófono a mi mano derecha, Borja Luzuriaga. ¡Borja, diles las asignaciones de las cabañas! 

 En una montonera de mochilas apareció un niño con un cabello café oscuro, unos ojos claros y unas pestañas grandes en sus lindos ojos. Saltó al encontrar lo que buscaba. 

— ¡Perfecto! Encontré mi maleta.

Al momento en el que la iba a sacar, más personas del personal empezaron a lanzar el resto de maletas sobre el brazo del pequeño. 

— Ahora la cosa es... ¡Sacarla de esto! 

Intentó con todas su fuerzas jalar la maleta hacia su cuerpo, pero el peso era demasiado para él. 

—Debes ser nuevo. 

— ¿Se nota? 

—¿Por qué no sacaste tu bolsa antes de que aumentaran más al montón?, Déjame ayudarte. Por cierto, soy Ale. 

 Empezaron ambos a tratar de sacar el bolso del montón, pero no lo lograron. 

Durante otro intento, un niño apareció para sacar su maleta del fondo, la sacó con tanta facilidad sorprendiendo a los niños que trataban de hacer lo mismo. 

— ¡Tu, el de la fuerza bruta! 

—¿Podrías ayudarme con mi maleta? está en algún lado de por aquí. 

— Claro

Se acercó a donde se encontraban los otros niños, y con total facilidad jaló de la maleta para entregarla. 

— ¡Wow! Gracias, ¿cómo te llamas? 

— Soy Mauro, y no fue nada. Oye, ¿eres de Argentina? ¿Vives en Buenos Aires? 

— ¿A ustedes que? Jamás he ido a Buenos Aires, soy de Santa Fe, al Noreste de Argentina. Y vivo al lado de un viñedo. 

 Mientras charlaban, una voz interrumpió su conversación. Era Luzu, quién continuaba asignando las cabañas. Al fin era su turno. 

— ¡Dante Buhajeruk! 

Dante alzó la mano, le había tocado la Cabaña Arapo, al igual que a sus dos nuevos amigos. 

— ¿De casualidad alguno juega al Póker? 

Sus dos compañeros negaron mientras iban camino a su nuevo establecimiento durante el verano. Iban conversando muy animadamente hasta que regresaron a ver a una limosina de color negro que iba pitando. 

Se desconcertaron un momento y continuaron su camino. 

Mientras la puerta de aquel coche se abría, de ahí bajaba un hombre apuesto con gafas oscuras con un logo de un caballo grabado en las esquinas, lucía un traje negro que resaltaba su figura delgada pero musculosa. 

Detrás de aquel hombre apareció un niño muy bien vestido con una camisa de tela delgada.

— Llegamos. El campamento Walden para niños, ¿así que viajamos desde Toulouse para esto?

Juego de gemelos.   • RodrivanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora