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Me gusta quedar con mis amigos, sobre todo si es un miércoles por la tarde cualquiera para tomar unas cervezas. Es agradable salir de casa y más ahora que no tengo demasiado que hacer para el trabajo.

-¿Cómo ha empezado la jornada? -pregunta David con cierto tono de broma.

-Pues la verdad es que bastante bien, no me puedo quejar -empiezo cuestionándome si quejarme de algo.

-Salvo la queja de siempre ¿no? -suelta Alejandro antes de darle un trago a su bebida.

-Salvo la queja de siempre, pero no quiero hablar de eso hoy.

Alex y David se conocen desde que empezaron la carrera, en su segundo año empezaron a salir y la terminaron juntos, incluso hicieron a la vez las oposiciones para policías. Son una pareja bastante normal, no suelen ser empalagosos en público, al principio Fargan si que buscaba más la atención de Alex pero poco a poco se adaptó a su personalidad despegada y no suelen mostrar excesos de afecto.

-Venga sabemos que estas deseándolo -dice David apoyando a su pareja. 

No quiero, no quiero hablar de él porque siempre me pasa lo mismo al empezar el curso, pero es imposible, es simplemente imposible.

-Es que no lo soporto -empiezo haciendo que los dos se miren como diciendo "lo estaba deseando"-. Es el segundo día de clases y ya me está tocando las narices, no soporto ver su cara de gilipollas prepotente y esa mirada de superioridad.

-Venga Rub, no es para tanto -lo intenta defender David-. No te das cuenta porque nunca os habéis llevado bien pero Samuel no es un gilipollas 

-Vosotros no veis esto como lo veo yo, no os trata ni os habla como me trata a mí -suspiro exasperado, esto es mi debate constante.

-Bueno, seguro que como siempre al final se calma todo un poco.

Eso espero, lo espero con todo mi corazón. Tras un par de horas decidimos que es momento de volver a nuestras casas y así lo hacemos, el tema de Samuel ha quedado aparcado en la conversación, pero no en mi cabeza, porque ahora solo pienso en que tendré que reorganizar mis clases prácticas para la maldita aula nueva. 

Cuelgo la chaqueta en el perchero de la entrada de mi casa y justo entonces me llega una notificación, al principio la ignoro, hasta que veo que es un correo del Decano anunciándome que mi aula ha sido cambiada. Me dan ganas de estrellar el teléfono contra la pared, es que es increíble, tiene que conseguir todo lo que quiere el maldito niño perfecto.

Otra notificación suena y la miro esta vez esperando algo bueno, pero no es así, ni mucho menos.

Samuel De Luque 

Espero que disfrutes de tu nueva aula.

Yo

Espero que hayas disfrutado comiéndole la 

polla al decano.

Es insufrible, no lo soporto, es como un grano en el culo, parece que disfruta siento un completo imbécil conmigo. No sé que le he hecho, me encantaría saberlo, sé que nunca nos hemos llevado bien, desde que nos conocimos no encajamos y después de intentar llevarnos bien un par de veces por nuestros amigos y no conseguirlo nos dimos por vencidos. Aun así no es justificación para hacerme todos los años algo así, puede que yo también sea un imbécil con él pero es solo defensa propia.

De forma instintiva quiero entrar al chat de Alex para contarle esto, pero antes me permito leer el correo con detenimiento y me doy cuenta de que no solo tengo que cambiar mi clase sino que mañana tengo una reunión con el Decano después de comer, a saber que le ha dicho este sobre mí.

...

Como despacio, intentando alargar el tiempo antes de ir a la reunión pero eso no puede ser. Cuando veo que quedan unos diez minutos para la hora que hemos acordado me levanto y empiezo a recoger todo lo de mi comida, después camino de forma pesada hasta el despacho del Decano. Antes de llamar suelto un profundo suspiro, odio las reuniones.

Llamo con pesadez y en cuanto me permite entrar abro la puerta. Para mi, no muy grata sorpresa, no está solo sino que hay un chico sentado en una de las sillas que hay enfrente de su mesa, el chico se gira y al verme le cambia la cara por completo. Antes sostenía una expresión calmada, ahora está entre extrañado y molesto. A mí tampoco me hace nada de gracia esto.

-Por favor Señor Doblas, siéntese -pide el hombre mayor sentado y con una sonrisa amable.

Asiento y lo obedezco tomando asiento al lado de Samuel, el cuál parece incluso más disgustado que yo ante esta reunión

-Puede que os extrañe que os llame a ambos el tercer día de clases -empieza con un tono sereno y profundo-, pero os voy a hacer una propuesta que creo que no podréis rechazar. 

El pelinegro y yo nos miramos de forma fugaz, sus ojos violetas se fijan en los míos, jamás los había visto con tanta profundidad, no puedo negar que son bonitos, incluso me atrevería a decir que pueden atraparte con tan solo mirarlos durante unos segundo.

-La universidad nos ha entregado un proyecto de investigación dedicado a vuestros ámbitos y tras una larga meditación hemos decido que lo mejor sería que ustedes fueran los que lo lleven a cabo. Une sus respectivos campos de estudios y se necesita una visión joven y distinta así que si ambos aceptáis este será vuestro trabajo. 

¿Joven? Samuel es todo lo contrario a un "joven" puede que tengamos la misma edad y que seamos de los profesores más jóvenes pero él es un viejo de manual.

-Por supuesto este trabajo extra va acompañado de un aumento de sueldo -continúa.

No puedo decir que no, es prácticamente imposible, no solo por el hecho de que esto suponga ganar más dinero sino por la gran oportunidad que es y porque hayan pensado en mí para poder elaborarlo. Pero por otro lado debería trabajar con Samuel durante a saber cuanto tiempo... Trabajar juntos, pero no juntos como antes sino que juntos de verdad. Ese pensamiento me provoca un escalofrío. 

Lo miro de reojo y no sabría descifrar sus pensamientos, su expresión es nula.

-Estaría encantado de aceptar una oportunidad como esta -concluye el chico a mi lado.

-No podría rechazar una oferta así -respondo después yo con una sonrisa.

El hombre al otro lado de la mesa sonríe y acepta nuestras respuestas con alivio. Esto va a ser muy duro.

Profesionalidad [Rubegetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora