Capitulo 03: La otra Margarita

95 9 6
                                    

Antes de leer el capítulo te dejo este glosario de palabras que te pueden servir para la comprensión del mismo:

A la verga: Una expresión coloquial venezolana que se utiliza para expresar sorpresa, indignación, frustración o desdén. Es una forma de enfatizar un sentimiento fuerte sobre una situación o evento.

Catire: Coloquialmente, en Venezuela, se refiere a una persona de piel clara o cabello rubio.

Dejarse de vainas: Forma coloquial de decirla a alguien que no se preocupe, complique o enrede. Que actúe de forma madura y se enfoque en lo importante.

Hacer un acta: En el contexto escolar, se refiere a levantar un informe disciplinario o anotación formal sobre la conducta de un estudiante.

Mija: Contracción de "mi hija," utilizada cariñosamente para referirse a alguien cercana, sin necesariamente implicar parentesco.

Sifrinas: Término venezolano para referirse a chicas de clase alta o media-alta, frecuentemente usadas para describir a quienes se comportan de manera esnob o elitista.

Somos tú y yo: Hace referencia a una popular serie de televisión juvenil venezolana que fue transmitida entre 2007 y 2009. La serie era conocida por sus personajes y situaciones cómicas, y fue especialmente popular entre adolescentes en América Latina. Al imitar a las "sifrinas" de la serie, Margarita utiliza el estilo de las chicas acomodadas y exageradas que allí se representaban, probablemente para hacer reír o aliviar una situación emocional.

Desde que puedo recordar, espero en la puerta de nuestra casita a que vengan a buscarme para así volver nuevamente a mi vida.

Pero, ¿era verdaderamente mi vida?

Con el paso de los años, me di cuenta de que no. ¿Y cómo iba a serlo, si apenas la podía recordar?

A medida que los años iban pasando, olvidaba el olor de mi casa, la voz de papá, los abrazos de mamá.

Y aunque los quería con todo mi ser, era injusto. Me sentía una malagradecida esperando ansiosa que vinieran a buscarme. Era injusto para Ada, que me había cuidado como si fuera su nieta; era injusto para Daisy, el hecho de estar con ella pensando en mi familia cuando yo para ella era su familia. Y sobre todo, era injusto para mí.

De tanto esperarlos, se me habían ido casi 14 años de mi vida.

Y sé que no era su culpa; sé que si fuera por ellos, jamás habría dejado mi hogar.

Pero me tocó; esa fue mi suerte, y con el paso de los años empecé a aceptarla.

La verdad era esa, y, a pesar de todo, había tenido una vida muy feliz junto con mi abuela y mi prima postizas.

Ay, Daisy...

así Mi tocayarita y yo, además de nuestro nombre, tenemos muchas cosas en común.

Una de ellas es el hecho de que nos pasamos gran parte de la vida esperando una vida que parecía no llegar. Aunque creo que para ella era peor; ella tenía más esperanzas que yo.

Ya saben lo que dicen: mientras más subes, más dura es la caída.

Aunque el papá de Daisy se había ido, llegó a estar en nuestras vidas un buen tiempo.

Cuando llegué a este país, huyendo de esa maldad tan grande que me perseguía siendo yo tan pequeña, la vida de la pequeña Margarita Díaz no estaba mucho mejor. Su mamá acababa de morir, sólo le quedaba su papá y su abuela, a quien había visto por última vez cuando era apenas una bebé.

José Manuel, el papá de Daisy, no era alguien muy estable, y sin duda la muerte de su esposa lo dejó peor.

Decidió vender la casita que tenían en el interior del país, todo le recordaba a ella.

Margarita: otro cuento que vale la penaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora