LYSSTRALE (2)

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—Una espada no me funcionará para el día de hoy. No es lo suficientemente ágil ni tengo las ganas de luchar con mi peso si mi intención es tener cinco ojos en busca de bestias. —Aparto los planos. Están hechos sobre pedazos considerables de lija gris y vieja donde se dibuja con aceite quemado. Algo en mí siente que falta algo que he gastado tiempo valioso en crear... y no sé dónde está. Al cabo de unos minutos, me limpio las manos con el pantalón—. Esto. Esto es lo que necesito. ¿Crees que podamos hacer mínimo diez flechas para hoy?

Thorgan voltea la cabeza en dirección a lo que sostengo, alertado ante la cantidad. Al cabo de unos segundos, se relaja.

—Diez flechas. —Dice, en voz baja—. Eso es tenerle demasiada confianza en tu puntería.

—¿Tan mala soy?

—Un poco, sí. Normalmente es Galván quien se encarga del arco, porque la última vez que intentaste cazar con un arco casi me atravesaste a mí. —Él hace un ruidito ahogado cuando le pego con el mango del martillo en un costado—. Al menos fue un accidente. Imagínate si hubiese sido con cierto drude cobarde.

—Creo que es hora de dejarlo descansar en paz—carraspeo, un tanto incómoda—. No me hace falta que tú también me des una charla de consciencia como Sorina.

—Me ofende que todavía finjas no conocerme. No creo que alguna vez te dé una charla sobre qué hacer o no con los drudes. Si ellos no tienen esa condescendencia con nosotros.

"No iremos a la superficie. Hoy no tomaremos el riesgo", prácticamente me recalca. Entrar al territorio drude se castiga con muerte y si es para la caza o compra de cualquier utilería, entonces el temor a morir es uno de los últimos de la lista. Nuestras armas siguen siendo una rareza al día de hoy, porque básicamente son un conjunto de "suerte" por los drudes que se atreven a bajar y son robados... o son lo suficientemente astutos para saber que ofrecerles a humanos desesperados. Cyrocco es una excepción, supongo.

—Me enteré sobre lo de ese Torneo que habrá en la superficie—comenta Thorgan, de repente. Su martillo comienza a golpear diestramente el hierro rebelde. Poco a poco le da forma circular y flexible, todo con el propósito de hacer una trampa especial para bestias pequeñas—. Según las lenguas podridas, el príncipe solamente aceptó la propuesta para celebrar que tendrá un hijo con Su Altísima.

—Tenía entendido que tuvo años intentándolo. Hay que ser un maldito kábalo inútil para intentar eso y encima fallar.

—Bueno, son problemas que solo tienen esos paliduchos. —Encoje los hombros, como si de verdad pensase en eso y no encontrase respuesta—. Quizás el príncipe salió afectado de la cabeza... ya sabes, dicen que él vivió un tiempo en tierras feéricas.

Su comentario me parece divertido.

—El príncipe no me parece una mala persona.

—Mm, ¿y acaso lo conoces para asegurarlo?

—La verdad no. Deduzco que es una mejor persona que toda su nueva familia. —Quito la atención de mis manos desenredando las tiras de caoba—. Mucho mejor que su cuñado.

Pensar en lo que simbolice una armadura azul y una espada algemerante me produce un hambre inexplicable, como si en vez de criaturas mucho más poderosas, se tratasen de Cyrocco y cachorros de nimhlea. Thorgan se queda en silencio por un momento.

—El Torneo también se hará para celebrar que Cyanus se casará con otra maldita paliducha. O eso escuché. —Sus palabras son neutras—. Tal vez dedicándole tiempo a un hogar en vez de perseguirnos lo haga cambiar.

Compartimos una mirada. Eso me basta para responder todas mis preguntas. "Lo malo nunca cambiará. O permanece aferrado a su raíz o se arranca".
Sorina es mi hermana, Galván es mi mayor amigo, no obstante, no creo que consiga esta conexión con otro ser humano o criatura en mi corta vida que con él. Thorgan es la mano que perdí, es mi alma que tienen los feéricos y a los humanos les falta, por lo que no creo que sea remotamente normal que podamos compartir la comunicación que tenemos desde que nos conocimos en el Dékara.

CADENA DE SANGRE Y SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora