Aoi y Kanao siempre fueron polos opuestos, aun así eran amigas desde pequeñas. Todo cambia cuando un nuevo chico discapacitado llega a la Academia y ambas posan sus ojos en él.
¿Como continuará esta amistad?
-¡Desde hoy, eres mi Rival!
TanjiKana V/s...
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No quedaba mucho para los examenes finales, unas cuantas semanas. Eran los examenes mas importantes de ese semestre y estuvo esforzándose mucho por que le fuera bien. Sin embargo, ese día había ocurrido algo y la verdad tampoco quería estresarse tanto estudiando.
Por eso sentía una extraña sensación de miedo al sentir como poco a poco su cuerpo se elevaba a alturas extraordinarias.
—¡Tranquilo Gonpanchiro, hoy va a ser el mejor día de tu vida!
Inosuke sonreía con locura mientras veía a todas las personas como hormigas debajo de él.
—¿Estás seguro...? La verdad me estoy acobardando, un poquito...
—¡Solo tienes que sentirlo, solo no mires abajo!
Tanjirō ni tuvo oportunidad de indignarse ante esas palabras.
—Oh, bueno, no es como si pudieras. —dijo Inosuke riéndose — Solo agarrate bien y no vayas a vomitarme.
El vagón llegó a la cima de la montaña rusa. Aunque no pudiera ver nada sentía la presión de estar a gran altura.
—Ya viene, ya viene, ya viene, ¡empieza mierda!
Gritaba Inosuke vuelto loco mientras se movía de lado a lado intentado que el vagón se moviera hacía delante. Los demás pasajeros lo miraban extrañado y Tanjirō solo le rezaba a dios.
Finalmente el vagón comenzó a descender e Inosuke soltó un fuerte grito de emoción. Tanjirō sentía como grandes cantidades de aire entraba en su boca hinchados sus mejillas a la vez que sentía un extraño hormigueo en su cuerpo al descender a gran velocidad.
—¡¿Lo sientes Gompanchiro?! ¡Las cosquillas en la entre pierna! —reía el jóven.
—Ino-
—¿Eh? ¡No, espera!
El juego había terminado. Tanjirō salió entre apenado y mareado mientras a su lado Inosuke se limpiaba con toallas el vómito.
—No te golpeo nomás por que mi mami está mirando. — dijo Inosuke entrecerrando los ojos. Aunque también por que lo quería mucho, aunque eso no lo diría abiertamente.
—¡Chicos!
Kotoha saludaba a la distancia y llegaba con varios bocadillos.
—¿Ya terminaron? ¡Les tengo algo para que coman!
—No gracias, no tengo hambre. —dijo el de ojos verdes cruzándose de brazos.
—Lo siento mucho Kotoha-san, pero creo que yo tampoco...
—Oh...
Kotoha pestañeaba multiples veces hasta que un olor desagradable provenía de su hijo. Tanjirō solo se encogió con timidez pidiendo perdón nuevamente.
