Capítulo VII

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Los dígitos de Taehyung quemaron alrededor de su antebrazo.

Miró con afán la mano que se ciñó a su piel, obligado a eliminar su ruta de escape. Fue como si la música se detuviera por un largo y tedioso minuto, como si no estuvieran en un pub atascado de personas borrachas.

El omega lo observaba a través de sus pestañas sutilmente rizadas, con los labios separados y las mejillas arreboladas. Su cabello desordenado, el mentón apenas levantado.

—¿No quieres? —sondeó con dificultad—. Baila conmigo, ¿sí?

¿Cómo sería capaz de negarse a tan hermosa solicitud?

Sus latidos cardiacos por minuto estaban aumentando y Taehyung podía percibirlo gracias a su agarre, sentía la sangre pulsando por debajo de sus yemas.

—Yo no... yo no bailo —aclaró, al pestañear con rapidez.

—Lo hiciste hace un momento... —No había dejado de verlo fijamente.

Jungkook estaba a punto de enloquecer.

—Yoongi fue mi guía, no soy bueno en eso —Inspiró hondo. El aroma del menor lo asfixiaría—. ¿Me enseñarás como hacerlo?

La primera flecha fue enviada y Taehyung la recibió. Contestó con una pequeña sonrisa, asintiendo dos veces seguidas con la cabeza.

—Puedo intentarlo —Solo hasta ese instante, retiró su palma del brazo ajeno—. No soy el mejor, pero me defiendo.

—¿Estás jugando? —masculló, por encima del volumen en la canción de fondo—. Lo haces bastante bien.

Exhibió su previa vigilancia a escondidas. No le importó.

—Entonces vamos —dictaminó, luchando por mantener la seguridad a flote.

Estaba olvidándose de su temor a estropearlo todo, quería que Jungkook conociera al Taehyung que sus seres cercanos querían tanto, al extrovertido, sociable y simpático; ya no pretendía exponerse como el tímido que se quedaba sin tema de conversación.

Pondría las cartas sobre la mesa y tiraría los dados con los ojos cerrados.

—Te sigo.

Y Jungkook apostaría una fortuna por perder ante él.

No le importaría quedarse en bancarrota, con tal de pasar unos minutos cerca del omega.

Se observaron una última vez, antes de que Taehyung se rotara en sentido contrario y avanzara por la planta alta, empujando suavemente a sus compañeros. Ninguno notó que el par bajó las escaleras, solamente Yoongi hizo un gesto que reflejó el triunfo, apreciándolos al término de los peldaños.

El ambiente en la pista de baile era mucho más desastroso, había decenas de jóvenes compartiendo el espacio, cantando entre balbuceos y tirando el poco o mucho alcohol que restaba en sus vasos.

Encontraron un lugar ignorado a la orilla, donde las luces no eran intensas y la multitud no los ahogaba; el equipo de sonido estaba a limitados metros de ellos al igual que la cabina del DJ y en consecuencia, las bocinas hacían vibrar el inmueble por la amplitud en el sonido.

Sin calmar su espíritu inquieto, Taehyung se acomodó frente a Jungkook. Lo vio verificar el punto dónde se hallaban parados y captó la nuez de adán marcada en su cuello, subiendo y bajando.

—¡¿Está bien aquí?! —habló lo suficientemente alto para hacerse oír—. ¡Es el único lugar medio vacío!

El alfa no planeaba gritarle, así que mejoró esa técnica y tras sonreír de lado, se inclinó hacia adelante, aproximando la boca a su oreja.

The Pretty Artist | KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora