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Encuentro en la Cafetería
Beomgyu había pasado la noche ideando múltiples formas de acercarse a Soobin sin parecer demasiado nervioso. A pesar de los consejos de Yeonjun, que insistía en que “fuera él mismo y mostrara interés,” su mente seguía explorando distintas maneras de romper el hielo. El solo hecho de pasar tiempo a solas con Soobin le emocionaba y aterraba a partes iguales.
Al día siguiente, después de clases, Beomgyu fue a la cafetería del campus, donde solía encontrar a Soobin en su tiempo libre. Efectivamente, allí estaba, concentrado en un libro de cocina, el ceño ligeramente fruncido en una expresión de atención absoluta. Beomgyu sonrió para sí mismo; era extraño cómo alguien podía parecer tan encantador incluso al leer.
Respiró profundo y se acercó, recordando la advertencia de Yeonjun: “No pienses demasiado las cosas”.
—¿Te importa si me siento? —preguntó, haciendo un esfuerzo por sonar casual.
Soobin alzó la vista, sorprendido, y al ver quién era, sus ojos se iluminaron.
—Claro, Beomgyu. Siéntate —respondió con una sonrisa amable.
Beomgyu se sentó frente a él, y notó el libro de repostería abierto en la mesa. Decidió intentar con una conversación “espontánea.”
—¿Es un libro de repostería? —preguntó con fingido interés casual.
Soobin asintió, y su expresión se llenó de entusiasmo.
—Sí, es uno de mis favoritos. Tiene técnicas interesantes y algunos trucos para que los postres tengan más sabor. Me encanta aprender cosas nuevas en la cocina.
Beomgyu tomó aire y decidió lanzarse.
—¿Sabes? Siempre he querido aprender a hacer postres, pero… soy un desastre en la cocina. —Soltó una pequeña risa—. Quizá podrías enseñarme algo básico, si no es mucha molestia.
Soobin lo miró sorprendido, pero su sonrisa se amplió, entusiasmado ante la idea.
—¡Claro! Me encanta enseñar a otros; creo que es una de las mejores formas de compartir lo que amas.
Beomgyu sonrió, relajado y más confiado.
—Perfecto, ¿qué tal si mañana después de clases? Podríamos hacer algo sencillo… ¿qué me recomiendas?
Soobin pensó un momento, y sus ojos brillaron de emoción.
—¿Qué tal brownies? Es una receta fácil, pero hay algunos trucos para que queden perfectos. Además, si te equivocas, es difícil arruinar unos brownies.
Beomgyu asintió, genuinamente entusiasmado.
—Entonces, mañana en la cocina de prácticas. No puedo prometer que no vaya a quemar algo, pero haré mi mejor esfuerzo. Soobin se rió, y la calidez de su sonrisa hizo que Beomgyu se sintiera extrañamente en paz.
