𓆩𝑨𝒄𝒐𝒕𝒂𝒓 𝒙 𝑴𝒂𝒓𝒗𝒆𝒍𓆪
Anna Wesker, una brillante científica reconocida por su trabajo en biotecnología, estaba a un paso de un descubrimiento que cambiaría el curso de la humanidad. Sin embargo, una explosión provocada por energía cósmic...
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Cassian ya se había marchado, directo al campamento Ilyrio, donde escogería a los hombres para su misión. El eco de sus pasos se apagó en la distancia, y yo me quedé deambulando por uno de los pasillos, observando los tapices que colgaban en las paredes. En ellos, batallas de siglos parecían inmortalizadas en un torbellino de figuras y sombras, los rostros tensos de guerreros atrapados en el vaivén del tiempo. La luz parpadeante de los candelabros, suspendidos como estrellas moribundas en el techo, teñía el ambiente de un tinte sombrío y casi místico. Mis pies descalzos, manchados por el barro, sentían la textura áspera de la alfombra bajo ellos, como un recordatorio terrenal en medio de tanta magnificencia.
Desde el gran salón, las voces de Azriel y Rhysand rompieron el silencio, susurros que vibraban como notas discordantes en el aire. Me habían pedido que dejara la sala, pero la puerta, sin cerrarse del todo, dejó una grieta a través de la cual pude espiar. Lo que escuché fue una conversación cargada de cautela.
—Rhysand —empezó Azriel, desconcertado aunque su rostro apenas lo reflejaba—, ¿dónde se quedará la mujer? Es peligroso que permanezca en el campamento Ilyrio... y también en la Corte de las Pesadillas.
Rhysand frunció ligeramente el ceño, su mirada evaluadora sobre Azriel.
—¿Te importa tanto el bienestar de esa humana? —murmuró Rhysand con una sonrisa que revelaba astucia.
—No me importa en lo absoluto —replicó Azriel sin titubeos, su voz tan firme como la sombra misma—. Solo que, si ella estará conmigo mientras investigamos su poder, necesito que tu gente esté informada... de que una humana estará entre nosotros.
Sentí una punzada. Aquí, yo era una anomalía, algo ajeno y quizá hasta indeseable.
—Pronto todos lo sabrán —dijo Rhysand con una sonrisa y un guiño, sus palabras teñidas de ironía—. Relaja tus sombras, Az. Parecen demasiado inquietas.
Azriel mantuvo la mirada fija en su lord, con una chispa de incomodidad.
—No le agradan. Se ponen así cuando la ven... o sienten su presencia cerca —respondió Azriel, observando a Rhysand con una intensidad que rayaba en lo insondable.
Rhysand arqueó una ceja, intrigado.
—¿Desde cuándo están así? —se acercó un poco, como si intentara desentrañar algún misterio.
—Desde su llegada. Algunas sombras solo susurran muerte... otras son apenas comprensibles —musitó Azriel, su voz entre un eco y un secreto.
Rhysand esbozó una sonrisa extraña, sus ojos iluminados como si contuvieran un cielo estrellado.
Permanecí en silencio, asimilando cada palabra de su diálogo. Las sombras de Azriel, seres más antiguos y profundos de lo que mi entendimiento alcanzaba, ¿le hablaban solo a él? Este lugar y estas criaturas, a pesar de su ajenidad, tenían algo de familiar. Quizá las experiencias en Nueva York, los Vengadores defendiendo la ciudad, habían dejado una marca en mí que encontraba eco aquí.