Capítulo 6.

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Me había planteado rechazar la cita, retractarme, que en verdad era toda una tomada de pelo, ¿Qué cómo se le ocurrió que yo saldría con él?, quería dejarlo en vergüenza y ponerlo en su lugar de una vez por todas. Ya podía imaginarme la escena: "No hay cita, me he burlado de ti" Le diría, y él saldría llorando por el pasillo como un niño perdido en una feria. 

Pensaba en todo esto, y mi pecho se hinchaba de orgullo, lo necesitaba para decirle todas esas cosas en la cara que lo dejarían encogido en su lugar. Abrí la puerta de mi habitación poniendo mi mejor cara de superación, pero todo el aire que había acumulado, se escapó de mis pulmones como cuando se estira el cuello de un globo y el aire sale pitando. ¡Lev estaba mortal!, ¡Literalmente!, ¡Casi me morí cuando lo vi!, llevaba su fabuloso pelo dorado peinado hacia atrás, haciendo de esa manera que sus ojos tuvieran mucho más protagonismo en su rostro, se veían enormes y profundos. Tenía unos zapatos negros, un jean oscuro, una camisa azul con los primeros botones desabrochados dejando asomar algunas seductoras escamas por su pecho, ¿Me preguntó donde más tendría escamas?, y para rematarme por segunda vez, tenía un saco color magenta oscuro que le quedaba espectacularmente bien.

Había estado manteniendo la respiración, no sé por cuantos segundos, mientras lo contemplaba como una obra de arte, podía quedarme así todo el día, admirándolo con cara de embobaba mientras dejaba que de mi boca cayera un surco de saliva.

Mi contemplación artística fue interrumpida por una oleada de delicioso perfume, su perfume masculino, ¡Este chico realmente quería matarme!, y luego habló, con su dulce y seductora voz:

― Estás muy linda― Dijo lanzando un silbido de admiración.

― Sí, tu también― Le dije embozando una sonrisa bochornosa, él me miró extrañado por mi respuesta, seguramente esperaba alguna reprimenda u otro tipo de contestación más a la defensiva, pero ¿para que mentirle? ¡Estaba genial!

Lev me miró de forma divertida y señaló el moño rosado que sostenía mi cabello:

― Sí― Le dije ― Es de Dasha, prácticamente me obligó a usarlo― Le informé sacudiendo la cabeza.

Lev se movió dejándome lugar para salir al pasillo. Antes de cerrar la puerta miré hacia dentro de la habitación, y mis hermanas me hicieron gestos de abrazos y besos románticos al aire, lo cual me hizo sentir que mis mejillas quemaban, apuesto a que estaba roja como un tomate, sólo esperaba que Lev no haya visto los gestos de mis hermanas.

Caminamos por el pasillo, el ambiente estaba muy tenso, o yo lo sentía así.

Lev caminaba tranquilamente con las manos en los bolsillos, él fue el primero en romper el incomodo silencio:

― Qué extraño ¿no?― Me dijo dibujando una sonrisa en su rostro.

― ¿Qué cosa?― Le pregunté.

― Siempre me trataste como un idiota, pero aceptaste mi cita y aun más extraño me diste un cumplido― Dijo riendo, odiaba admitirlo pero tenía una hermosa sonrisa, ¿Acaso no había nada malo en él?, ¡Ah, cierto, era un idiota y un egocéntrico que le intentaba robar el puesto a mi hermano!

― Porque haya aceptado tu invitación, no quiere decir que dejes de ser un idiota, sólo eres un idiota con una cita― Le dije intentando poner mi mejor cara de disgusto, pero por alguna razón que no comprendía no hacía más que sonreír como una chiquilina con su golosina. ¡Era patética!

― Bueno, lo de idiota puede que sea algo que no pueda cambiar en mí― Dijo Lev golpeando suavemente mi hombro con el suyo de forma juguetona ―Pero tal vez sí pueda cambiar tu odio hacia mí, y hacerte ver que soy un chico genial que vale mucho la pena.

― ¡Buena suerte con eso!― Le dije lanzando una carcajada, este chico era la mar de ego.

― Sí― Afirmó dando media vuelta, parándose frente a mí, muy cerca, tapándome el camino ― Por eso no iremos al salón de juegos― Me confesó.

― ¿No?― Le pregunté extrañada dando un paso hacia atrás, ¿Qué se proponía?

― No― Me respondió tomando mi mano para guiarme por el pasillo a toda velocidad.

― ¿A dónde nos dirigimos?― Le pregunté agitadamente, no es nada fácil correr con tacones.

― ¡Es una sorpresa!― Me dijo girando en la esquina y llevándome a la rastra. Intenté seguirle el ritmo lo mejor que pude.

Me llevó ante una enorme puerta metálica, la cual reconocí de inmediato, del otro lado se hallaba la sala con las sillas de seguridad para la tripulación durante el despeje y el arribo. No entendía por qué me traía hasta aquí, la puerta estaba cerrada, y así permanecería durante toda la semana hasta unas pocas horas antes de llegar a Marte.

― Está cerrada― Le dije mientras le lanzaba una mirada confusa.

Lev rió por lo bajo y sacó del interior de su saco una llave metálica:

― No olvides que soy el jefe de los constructores― Me dijo. Lev se convirtió en constructor después de ser degradado de su puesto, pero como era muy bueno para esa tarea, al poco tiempo se volvió el jefe de los constructores, cuyo puesto le daba acceso a las llaves de toda la nave, por si surgía un desperfecto que necesitara ser reparado.

― ¿Eso no es para las emergencias?―Le dije señalando la llave, a la cual Lev le estaba dando uso en ese momento para abrir la puerta.

― Sí, y esta es una― Dijo abriendo la puerta para mi, invitándome a pasar a su interior ― Nuestra primer cita podría clasificarse dentro de ese término.

― ¿Cómo emergencia?― Le dije riendo.

― Sí, uno nunca sabe que podría salir de nuestra primer cita― Dijo y cerró la puerta detrás de él.

La habitación estaba oscura y no veía nada, hasta que Lev activó las lámparas con la llave de luz a un lado de la puerta.

Lev volvió a tomar mi mano tiernamente y me guió hasta la quinta fila, donde nos sentamos en aquellos cómodos sillones. Yo me senté junto a la ventana, por donde podía ver el oscuro espacio, y Lev se sentó junto al pasillo. El ambiente me hizo recordar el despegue y lo nerviosa que había estado, que por cierto había sido sólo algunas horas atrás, pero Lev me distrajo, me regaló una de aquellas hermosas sonrisas y se inclinó para buscar algo debajo de su sillón, pasaron algunos segundos y sacó una caja de cartón:

― ¿Lista?― Me preguntó abriendo la caja, la cual en su interior guardaba una decena de pastelitos de chocolates, se veían deliciosos, al sólo verlos se me hizo agua a la boca.

― Sí― Le respondí sonriendo ― Se ven deliciosos― Le dije tomando uno cuando Lev colocó la caja en el centro de nosotros dos― Y saben tan bien como se ven― Le dije gimiendo con deleite, a cuya reacción, Lev se rió.

― Me alegro que puedas disfrutarlos― Me dijo llevándose un pastelito a la boca. 

― ¿Se los robaste a Anna?― Anna era la hermana menor de Lev, un año menor que yo. Ella trabajaba en la cocina de la nave.

― No― Dijo ― Los hizo mi madre― Agregó ― ¿Verdad que son deliciosos?

Miré los pastelitos con ternura, pero con tristeza al mismo tiempo, Lev al igual que yo nunca volveríamos a ver a nuestras madres. La madre de Lev se llamaba Maya, de ella había heredado su cabello dorado, y según dicen, también su carácter narcisista.

― Perdón― le dije― no me siento bien comiéndome los pastelitos de tu madre Maya, sabiendo que son los últimos que podrías probar de ella.

―No, no― Me dijo sonriente ― Mi madre nos preparó como diez cajas de pastelitos, come sin preocuparte― Lev se acercó sigilosamente y con su mano acarició los dedos de mi mano derecha, los cuales estaban a un lado de mi, sobre la áspera superficie del sillón.

Me tensé de inmediato al sentir su caricia. No sabía cómo reaccionar, pero él pareció ignorar mi confusión y siguió acariciando mi mano, lo hacía de forma tierna y cautivadora, no podía pensar en nada más, excepto en sus suaves dedos agasajadores. Rodeó mi mano, colocando mi palma hacia arriba, donde depositó un pastelito de chocolate:

― Disfrútalos.

GENS "Misión: Conquista a Marte"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora