¿Qué nos pasó?

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Hoy era el día. Ese maldito día que se repetía en mi cabeza cada año.

18 de enero 

El parque hoy se veía diferente. Todo se veía diferente. Los árboles, los bancos, los columpios. Hasta el clima, era un día lluvioso, de esos que te retenían en casa deprimida.

Gracias al cielo no estaba sola. Estaba con Marcelo, uno de mis amigos más íntimos.

Él estaba intentando animarme, lo cual funcionó hasta que tocó ese tema.

-Victoria. Captó mi atención. - Sé que no te gusta hablar de eso, y menos en un día como este, pero necesito saber la verdad. Se puso de cuclillas en frente de donde yo estaba sentada y puso una mano sobre mi rodilla.

Yo me quede parada.

No por favor... Hoy no, AHORA no...

-No te entiendo. Mentí, pero él lo noto

-De lo tuyo con Jorge. 

-No sé de lo que me hablas.

-Si lo sabes. Insistió 

Mientras que su voz estaba firme la mía temblaba.

- ¿Qué quieres que te diga Marce? Pregunté con irritación

Me molestaba, mucho. No quería contarlo.

-Lo que pasó Victoria, lo que fue tu historia con Jorge. Dijo con voz suave, como en un susurro

Nuestra historia fue complicada, incluso hoy en día. Después de cinco años, no sabía explicarlo bien. 

-Es peor cuando te guardas las cosas Victoria, suéltalo. 

Solté un leve suspiro y me preparé. Iba a doler.

-Jorge y yo éramos como hermanos. Comencé a lo que se aproximaba a una tortura. - Todo estaba bien, o eso creo. Pero llegó el momento de crecer. Aún recuerdo ese día como si fuera ayer...

18 de enero de 2019 

-Victoria, tenemos que hablar. 

Jorge me había traído hacía nuestro parque. 

Pero hoy había algo diferente en él, o en todo.

Su mirada ya no era cálida y acogedora, ahora era fría como la lluvia de invierno y desprendía una incomodidad que se podía hasta oler.

Estoy últimos días Jorge se estaba comportando raro. Me ignoraba por los pasillos del instituto y podía oírle cuchichear sobre mí a sus amigos. Me sentía mal, y constantemente me preguntaba si había hecho algo mal.

- ¡Victoria! Jorge logró sacarme de mis pensamientos. Pero eso hizo que me sobresaltara tanto que caí al suelo.

Nada. El no hizo nada cuando mi cuerpo golpeó el frio pasto del suelo. En cambio, tenía esa mirada gélida que congelaba cada parte de mi alma.

-Lo siento, pero esto se acabó. Hizo una pausa para volve a mirarme después de que había desviado su mirada. - Nuestra amistad se ha acabado, no quiero seguir siendo amigo de una fracasa como tú.

No entendía nada. Aún seguía en el suelo. Perpleja por lo que acababa de escuchar.

-Pero Jorge, tú y yo...

Antes de que pudiera seguir hablando el me interrumpió.

- ¿Qué partes no entiendes de que no quiero seguir siendo amigo de una estúpida marginada como tú? Que eres solo un estorbo, ya me he cansado de ti. Todos mis amigos se burlan de mi por juntarme contigo, no quiero seguir con esto. Al decir esas palabras sus ojos brillaron con un poder horrible. 

-No estás pensando con claridad Jorge. ¿Como puedes decir eso después de toda nuestra vida de amistad? Reuní fuerzas y me levanté del suelo con una gran culpa recorriendo mi alma

-No te voy a repetir las cosas dos veces.

-Pe...

-Ya no somos amigos, ya no soy tu mejor amigo, ya no soy jota jota, ya no soy tu hermano o tu cómplice, desde hoy. Hizo una pausa para respirar- Somos solo desconocidos

PRESENTE

-Esa frase me persigue hoy en día Marcelo. No pude contener más. Me rompí, en mil pedazos. Como un cristal cuando lo golpeas con fuerza.

Marcelo me miro durante unos segundos que parecieron eternos. Después, me abrazó.

Agradecí que no dijera nada. Agradecí ese abrazo. A veces una acción, vale más que mil palabras. 

Y ese día, cuando Jorge y yo nos separamos aprendí una lección vital.

Los amigos también te pueden romper el corazón. Y sin duda, duele más que si cualquier otra persona lo hace.


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