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—Oye, ahí alguien con el que también tengo que disculparme—admitio Lando mientras salían de la habitación del neerlandés—Es Carlos, lo decepcione y... perdí su respeto—

Max lo miro, notando la preocupación en el rostro del británico, aunque estuviera aún un poco enojado con el, tenía que admitir que le daba un poco de pena la situación del piloto de Mclaren

—Y...¿Que piensas hacer para disculparte?—pregunto con cierta curiosidad

—Pensaba en pedirle un poco de ayuda a Charles, pero no sé si el quiera ayudarme—

Max lo escuchó con atención, notando cómo el semblante de Lando reflejaba una mezcla de arrepentimiento y ansiedad. Con el asunto de Franco aún rondando en su mente, Max comprendía que Lando tenía que poner en orden varias cosas, no solo con él, sino con quienes lo rodeaban.

—Charles es una buena opción, si es que logras convencerlo —comentó Max, con un tono que sonaba tanto a advertencia como a consejo—. Carlos y él son pareja, pero si hablas desde el corazón, Charles quizás pueda interceder.

Lando asintió, algo más decidido.

—Tienes razón… Creo que se lo debo a Carlos. Me ayudó mucho cuando yo apenas comenzaba, y luego fui tan egoísta… Tal vez hablar con Charles y pedirle consejo no es tan mala idea.

Max le dio una palmada en el hombro, como muestra de apoyo.

—Mira, sólo hazlo sin rodeos. Carlos es alguien que aprecia la honestidad; si te ve sincero, creo que entenderá tu intención.

...

Max y Lando bajaron al lobby y se dirigieron hacia el comedor, pero al pasar por la puerta de la cocina, escucharon risas y voces familiares. Al asomarse, se encontraron con una escena curiosa: Charles estaba ayudando a las cocineras a preparar pasta. Con las manos enharinadas y un poco de harina en el cuerpo, parecía estar completamente metido en la tarea, amasando con entusiasmo y compartiendo risas con las cocineras.

Max sonrió al ver a Charles en esa faceta tan relajada y amistosa, y decidió aprovechar el momento.

—Oye, Charles —llamó desde la puerta, haciendo que el piloto girara la cabeza, con una sonrisa aún en el rostro y la frente cubierta de un toque de harina.

Charles los miró, divertido y un poco sorprendido.

—¡Oh! Hola, chicos. ¿Les apetece un poco de pasta fresca? —bromeó, mostrándoles sus manos llenas de masa.

Lando sonrió levemente, pero su nerviosismo era evidente. Max le dio un ligero empujón para que tomara la palabra.

—En realidad, Charles, necesitamos tu ayuda… —comenzó Lando, con la voz algo tensa—. Es sobre Carlos.

Charles levantó una ceja, intrigado, y se limpió las manos con un paño antes de acercarse a ellos.

—¿Sobre Carlos? ¿Qué pasó? —preguntó, todavía con restos de harina en su camiseta y una expresión seria ahora que notaba la tensión en el rostro de Lando.

Lando tomó aire, sabiendo que no sería fácil expresar lo que sentía.

—Mira, Charles… he sido un idiota. Tuve algunos problemas con Carlos luego de la pelea con Franco, y… siento que lo decepcioné —confesó, bajando la mirada—. Perdí su respeto, y no quiero que las cosas sigan así, pero no sé cómo disculparme ni si me escucharía.

Charles lo observó en silencio durante unos segundos, procesando lo que acababa de escuchar. Luego asintió lentamente, con una mezcla de comprensión y apoyo.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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