~|Capitulo 4|~

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Esa noche no hubo tiempo para historias, Luz la observo dormir durante mucho tiempo, ella estaba acostada de lado, su rostro volteaba hacia ella, tan pacifico y tranquilo

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Esa noche no hubo tiempo para historias, Luz la observo dormir durante mucho tiempo, ella estaba acostada de lado, su rostro volteaba hacia ella, tan pacifico y tranquilo. Mirar ese rostro era como mirar a un ángel, y sin embargo, cuando la tenia en sus brazos sintió tentaciones que solo los demonios eran capaces de provocar. Luz se puso de pie, se cubrió con la enorme capa negra tirada en el suelo y caminó hacia la puerta, los dos guardias parados allí la miraron cuando se fue.

—Su Majestad.— Hablaron juntos.

—Cuando llegué el amanecer y Gus venga aquí, háganle saber que es para despedir al verdugo por hoy.— Se giro, pero antes de entrar a la habitación se detuvo, volvió a mirar al guardia y dispuso la sentencia. —Mejor, háganle saber que es para despedirlo indefinidamente

La Rey caminaba apresuradamente con una horda de hombres detras de ella, odiaba cuando alguien la desobedecía y personalmente resolvía el problema, Hunter la seguía de cerca, sabía cuánto la estresaba ese tipo de cosas

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La Rey caminaba apresuradamente con una horda de hombres detras de ella, odiaba cuando alguien la desobedecía y personalmente resolvía el problema, Hunter la seguía de cerca, sabía cuánto la estresaba ese tipo de cosas. Luz cruzó el salón principal del palacio con Gus pegado a su oído hablando de lo mucho que había intentado solucionarlo sin mayores problemas, el Rey León dijo que se callara, ese día estaba furiosa. Bajó por el pasillo con enormes columnas cuando se cruzó con varios niño corriendo por la verde hierba del palacio. Había mesitas dispuestas en los rincones del jardín con varios trozos de tarta, tés y frutas, y varios niños alrededor de estás mesas. Sin embargo, había muchos que corrían alrededor la de la fuente con las bocas llenas de pastel.

—¿Qué es esto?— Preguntó en voz alta.

—Majestad...— Gus incluso tenía miedo de volver a hablar, pero tenía que hacerlo. —La Reina los invito a tomar el té...

—Quiénes son estos niños?

—Son los infantes de la ciudad, mi señora... Los niños más pobres que puede encontrar.

Fue entonces cuando la vió, la Reina lució un enorme vestido celeste, y corrió por la hierba verde como una de las niñas, tropezó con toda esa tela que hacia la falda y se cayó, dos mujeres se arrodillaron desesperadas a su lado, pero la Reina solo se rió, lo suficientemente fuerte como para asustar a las dos mujeres. Amity se levantó rápidamente y siguió corriendo detrás de la niña rubia que se reía desesperadamente. La Reina finalmente la alcanzó, se levantó y la abrazo fuerte, rodando sobre la hierba con ma pequeña, la risa de la risa de la Reina y los niños resonaban por los rincones del palacio. Luz se quedó unos minutos viendo eso, estaba realmente fantástica, se rió por la nariz y su pecho se desinfló, asintió y dio la vuelta, eligiendo otro camino. Era ridículo como lograba desarmarla y aceptar cualquier de sus inesperadas ocurrencias.

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