MERMELADA

18 2 0
                                    

Camila estaba nerviosa, sabía que detrás de esa puerta se encontraba la señorita Lucía, esperándola para una nueva sesión de fotos.

No había regresado en dos semanas desde aquel beso, aún sentía retortijones en el estómago cuando recordaba aquella escena, la mano de su "jefa" metiéndole el pandita en los labios, el sabor dulce y salado del pandita debido al haber estado entre los dedos de su pie y sobre todo aquel beso, jamás en su vida había besado en los labios a una mujer, y menos a una ocho años mayor que ella.

Pero ese beso le había parecido también lo más dulce que había probado en toda su joven vida.

La señorita Lucía era extremadamente hermosa y su rostro, incluso en su mente la ponía nerviosa.

-La señorita Lucía estuvo preguntando mucho por ti Camila, estaba preocupada de que te hubiera pasado algo al salir de aquí. -Le dijo la recepcionista cuando Camila llegó. -Se va a poner muy contenta de verte, tu sabes a que me refiero. Déjame avisarle que estas aquí.

Por fin Camila se lleno de valor y giro el pomo de la puerta y entró en aquella habitación, todo estaba igual, a excepción del color de las sábanas en la cama.

-¡Camila! Me tenías tan preocupada niña linda -dijo Lucía al tiempo que le daba un fuerte abrazo y un beso en la mejilla a Camila- Que guapa te ves, oh mi niña, por favor no te pongas nerviosa, ven, siéntate conmigo vamos a hablar.

-Señorita Lucía, ¿por que me besó? Quiero decir, ¿fue algo que hace con todas sus modelos?

-Ay pequeña, la verdad es que... desde que entré a esa habitación me pareciste lo más hermoso en todo el mundo y cuando vi tus pies, tan perfectos no me pude resistir. -Dijo Lucía al tiempo que deslizaba su mano por las piernas de Camila bajando hacia sus tobillos.- Camila... me gustas mucho, mira te quiero hacer una oferta especial, se que tienes problemas económicos, al menos los tiene tu familia, yo puedo ayudarte pero a cambio quiero que seas completamente mía.

-¿Completamente suya?- pensó Camila.
Aquello la había dejado sin palabras, ¿a que se refería exactamente la señorita Lucía con eso?.

-Te quedaste sin palabras -dijo Lucia riendo tiernamente- te explicó mejor ¿vale?. Primero que nada, tengo suficiente dinero como para pagar la deuda de tu familia al menos unas 50 veces, y aun más para mantenerte a ti, con todas las comodidades claro.

-¿De verdad? -preguntó Camila ilusionada.

Por fin podía tener todo lo que había soñado y más, ayudaría a su familia y aún tendría más para ella, todo estaba al alcance de sus manos o... ¿de sus pies?.

-Así es mi pequeña niña, pero a cambio te quiero única y exclusivamente para mi, ¿entendiste? ¿Tienes novio mi niña? ¿No? ¡Perfecto! -dijo Lucia al tiempo que comenzaba a jugar con los tenis de Camila- Estos piecitos van a ser solo para mi, ¿oíste? Si te los quiero besar, oler, chupar, morder donde quiera y cuando quiera te tienes que dejar ¿ok?, lo mismo con estos.... Lindos labios. Y todo el resto de tu divino cuerpo.

-Eh.... Yo... ¿puedo pensarlo?

-Yo creo que ya lo pensaste, solo tienes miedo de decirme tu respuesta, odio el miedo. Así que no mi niña, quiero tu respuesta aquí y ahora.

El corazón de Camila latía a mil por hora, todo su cuerpo estaba sudando, y la mirada seductora de la señorita Lucía la ponía aún más nerviosa y su mano había terminado de desatar el cordón de su tenis.

De pronto un fuerte sonido la hizo reaccionar, su tenis había caído al suelo.

-Esta bien. -dijo Camila nerviosa. -Seré toda tuya, si prometes pagar todas las deudas de mi familia.

Riqueza A Mis PiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora