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Aitana Bonmatí

Pasan los días y sigo sin hablar con Alexia. Se que fue un mal entendido y que somos adultas y deberíamos hablar. Pero no podía, debía admitir que fue culpa mía. Siempre que ella y yo nos quedamos solas o veia que se acercaba a mi, huía.

No podía. Juro que no podía manter contacto visual con ella porque si era asi, volvería a caer en esos ojos tan profundos que tenía, y debía evitarlo.

Hoy se cumplían dos semanas desde que no hablamos y puedo jurar que fueron las mas difíciles de mi vida. Sentía que todo me cansaba mas de lo normal, mi rendimiento era bajo y después de los entrenamientos siempre era llamada por los entrenadores que me advertían de que si seguía así, no iban a poder contar conmigo como titular.

Y así fue. En ninguno de los partidos fui titular, y cuando entraba de suplente, solía jugar los últimos minutos de un encuentro ya ganado.

Y al parecer a Alexia le fue igual. No era titular tampoco y en los partidos solía aprovechar esos momentos en los banquillos para entablar pequeñas conversaciones conmigo sobre el partido frente nuestro. Siempre respondía cortante lo que parecía hacer que pierda un poco el ánimo. Pero Alexia nunca se caracterizó por dar todo por perdido.

Si no era en los partidos, era en los entrenamientos o reuniones que teníamos con nuestras compañeras. Me cedía el asiento en lugares públicos, si necesitaba algo o a alguien, ella siempre estaba. Y entre otras actitudes de ella que me querian demostrar que estaba verdaderamente arrepentida, o eso creía.

Hoy había sido un entrenamiento duro, mas que otros dias. Aunque no se si porque de verdad lo fue o porque estoy cansada, física y mentalmente. Sabía que Alexia iba a hablar conmigo, debía de hacerlo. Y si no lo hacía, me iba a enojar mucho mas con ella. Si creía que iba a actuar como una tonta y no iba a pasar nada, que íbamos a seguir igual, estaba muy equivocada.

Creo que nunca había entrenado de esa forma. Era una mezcla de enojo y de dolor. Corría de aquí para allá, me esforcé creyendo que de esa forma iba a poder aliviar un poco el dolor emocional.

Pero como nada es perfecto. En una jugada, estaba corriendo con el balón en los pies, veo a una compañera intentar hacerme una entrada la cuál esquivo con agilidad. Seguí mi camino al arco con confianza y determinación, segura de que iba a ser una gran jugada. Pero en un momento al intentar dar un centro en velocidad, siento mi rodilla derecha fallar y caer al césped de repente.

No podía con el dolor, Era casi insoportable. El partido que estabamos jugando se frena y veo como mis compañeras se acercan rápidamente a mi y empiezan a preguntarme como estaba.

-No...no puedo moverme. Llamen a los médicos.-Pedía entre gemidos lastimeros mientras agarraba fuertemente la rodilla afectada y veía que ellas se movían rápidamente para cumplir mi petición.

Los médicos se acercan a mi mientras le pedían espacio a mis compañeras que estaban igual o mas preocupadas que ellos. Veo que tocan suavemente la zona que les marcaba y al ver que no podían hacerlo por mis quejas, traen la camilla y me llevan rápidamente a la sala médica del club.

Pasa el tiempo y realizan algunas pruebas sobre la rodilla afectada. Me dicen que es muy pronto para realizar un diagnóstico pero que lo mas probable sea que no pueda jugar el próximo partido. Si durante los entrenamientos tenia rabia, ahora no podia ni conmigo misma, no habia nada que me moleste mas que perderme un partido por una tonta lesion.

Veo a mis compañeras entrar cada tanto a donde estaba sentada en la camilla. Y aunque las quiero y aprecio que estén aquí en un momento difícil, mis ojos siguen esperando que el próximo cuerpo que cruze la puerta sea el de la capitana. Siempre era una de las primeras en ir cuando alguna de las chicas se lesionaba en los entrenamientos, No queria ser la excepción.

Se que no debo. Que es una mala persona, que no sabe actuar cuando esta nerviosa, que no se da cuenta cuando actúa mal y que aveces tenga actitudes cuestionables.

Pero no puedo, no puedo ignorar mis sentimientos. Debería estar enojada con ella, y lo estoy, pero tiene actitudes tan lindas conmigo. Como si fuese de cristal, que con un toque busco o descuidado me pueda romper, siempre tan atenta y comprensiva que me hace querer mas de ella, mas de la relación extraña que teníamos.

Perdida en mis pensamientos, no me doy cuenta de que la persona que se paseaba por mi mente estaba en la puerta.

-Disculpa Aitana...¿Puedo pasar?- Habla desde la puerta la rubia causante de que mí corazón lata tan fuerte. Asiento con la cabeza, todavía descolocada por mis pensamientos mientras veo como se acerca con pasos cuidadosos quedando a escasos centímetros frente mío.-¿Cómo te sientes? ¿Te duele mucho?- Pregunta con delicadeza, casi como que si hablara mas fuerte,  me rompería.

-Si, supongo que estoy bien. Digo, estoy lesionada no se que tan bien se puede estar después de esto- Suelto con ironía. Arrepintiendome al instante despues de ver como el ligero brillo en sus ojos, se apagaban. Después de unos segundos muy incómodos, ella pierde un poco la rigidez de su cuerpo y habla.

-Lo... lo siento Aita.- Sus palabras me descolocan mientras su mirada se dirije al piso y veo su cuerpo temblar un poco.

-¿A que te refieres?-

-Que lo siento. Lo siento por todo lo que te hice pasar. Desde todos los problemas que traje desde que estamos juntas hasta esto. No se si tu lesión tiene algo que ver con lo que pasó hoy, pero algo en el fondo me dice que si, que si no hubiéramos estado asi no te hubiera pasado nada. Y si es asi de verdad me gustaría que me puedas perdonar...No creo que pueda vivir sin tu perdón.- Dijo esto último es un susurro casi inaudible, pero no para mi. La escuchaba hablar mientras su mirada seguía estancada en el piso y veía que unas gotas lo empezaban a mojar provenientes de la rubia que tenía enfrente mío.

No sabía que hacer, Alexia siempre había sido muy fuerte y nunca la habia visto llorar. Digo, en alguna que otra celebración o festejo si, pero de felicidad, muy distinto a lo que sucedía ahora. Sin pensarlo mucho, me estiro un poco hacía delante y atraigo su cuerpo al mío en un fuerte abrazo. Ambas lo necesitabamos. Noté que sus brazos se dirigían a mi espalda y me apretaba fuertemente contra su cuerpo mientras sus cálidas lagrimas que eran depositadas con ardor en mi cuello.

-Lo siento tanto Aita, solo te traje problemas.- Repetía con leves susurros aferrada a mi cuello mientras sus lágrimas me hacían erizar.

Habrán pasado al rededor de diez minutos cuando siento que su respiración se calma y sale del escondite de mi cuello con los ojos rojos e hinchados.

-Perdón, no queria hacer esta escena. Pero de verdad la he pasado tan mal, de verdad no quiero perderte por un mal entendido, Aita. Eres muy importante para mi.- Decía con su voz temblando todavía un poco por su llanto que aún no cesaba.

-Ale, yo también la pasé mal estos días.-Dije con suavidad mientras mi mano se dirigió a su mejilla y acariciaba suavemente mientras secaba alguna que otra lágrima que seguía cayendo.-Pero no creo que este sea el lugar adecuado para que hablemos.-Dije con una pequeña sonrisa, que ella al dirigir su mirada a mis labios se le contagia y asiente con fervor.

-Claro, tienes razón.-Decía forzándose a separarse suavemente de mi abrazo y secándose las lagrimas todavía.-¿Te parece que cenemos juntas hoy en mi casa?.- Pregunta con un poco mas de confianza en su voz que hoy cuando llegó.

-¿Es una cita?-

-Lo es.- Dijo con una sonrisa victoriosa en su cara mientras me guiñaba y se retiraba del lugar. Me volvía loca.

Ahora debía esperar a que me venden mejor la zona de la rodilla e ir a mi casa a prepararme para mi cita con Alexia. Estaba muy segura que la sonrisa boba en mi cara no se iba a borrar por un buen tiempo.

Amantes •Alexia Putellas-Aitana Bonmatí•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora