7 | Capitulo Siete: Jenga

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Franco POV

Ava me lo había dicho así, casi sin mirarme a los ojos, mientras salíamos del restaurante. No entró en detalles, no explicó exactamente qué había pasado con Oliver, pero su incomodidad era palpable. La forma en que sus manos temblaban ligeramente y su mirada se perdía entre la gente me hicieron darme cuenta de que, cualquiera que fuera el problema, no era algo simple.

Caminábamos hacia el lobby del hotel y el eco de nuestros pasos llenaba el espacio silencioso. Miré hacia ella, tratando de leerla, pero Ava se veía agotada, como si cargar con el peso del mundo le estuviera pasando factura.

—No quiero que Oliver me vea ahora —murmuró, su voz apenas un susurro.

—Podés quedarte en mi cuarto, si querés —solté, sin pensarlo demasiado.

Ella levantó la cabeza y me miró con una mezcla de sorpresa y agradecimiento. Estaba claro que no quería estar sola, pero tampoco quería enfrentarse a su hermano. Me di cuenta de que quizás esto era lo único que podía ofrecerle en ese momento, un lugar donde esconderse por un rato.

—¿Estás seguro? No quiero ser una molestia —dijo, mordiéndose el labio, una de esas manías suyas que siempre me parecieron encantadoras.

—Ava, jamás serías una molestia —respondí con una sonrisa. Traté de no sonar demasiado obvio, pero la verdad es que verla así, tan vulnerable, me hacía querer protegerla más de lo que esperaba.






La habitación se sentía cálida, tranquila, como si por fin Ava y yo hubiéramos encontrado un pequeño refugio del caos que nos rodeaba. Nos habíamos quedado dormidos en el sofá, pero antes de eso, habíamos tenido un momento más que memorable. Ava había tomado una foto de nosotros, aunque no era cualquier foto. Fue uno de esos momentos en los que te olvidas de todo, cuando el tiempo parece detenerse solo para dejarnos disfrutar de algo tan simple como una partida de Jenga.


Era raro ver Jenga en un cuarto de hotel, pero mi asistente había dejado el juego por accidente el fin de semana pasado, así que lo dejé ahí, sin pensar que realmente lo utilizaría. Cuando Ava lo vio, sus ojos brillaron con curiosidad, como si de repente todo su estrés se hubiera evaporado.

—No puedo creer que tengas esto acá —dijo, riéndose mientras abría la caja.

—¿Quién iba a pensar que terminaríamos jugando Jenga en un hotel? —respondí, encogiéndome de hombros. La verdad es que no había planeado esto, pero no me molestaba en lo absoluto.

Ava apiló las piezas y empezó la partida, sacando el primer bloque con facilidad.

—Voy a ganarte, Colapinto —dijo, mirándome con una sonrisa retadora.

—¿Ah, sí? —pregunté, levantando una ceja—. Te aviso que soy un experto en esto, Bea.

Ella se rió, y ese sonido me hizo sentir como si el peso de la carrera, el cansancio y la tensión se hubieran desvanecido. Era solo Ava y yo, en esta pequeña burbuja fuera de todo lo demás.

La partida continuó, habíamos empezado como un simple juego, algo para pasar el rato, pero pronto se volvió competitivo. No importaba que fuera una noche tranquila; Ava tenía esa sonrisa suya de desafío que me hacía querer ganar solo para verla picarse un poco.

—Vas a perder, Franco —me dijo, sacando una pieza con cuidado y apilándola arriba—. No me subestimes.

Me incliné hacia adelante, estudiando la torre, y le sonreí de vuelta.

—No te subestimo, Bea. Pero te aviso que soy bastante bueno en esto. Siempre gano, ¿sabés?

Ella soltó una risa suave, alzando una ceja en respuesta. Podía ver que no me creía ni una palabra.

BED  ─ Franco ColapintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora