10 | Capitulo Diez : Ava.

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El aire estaba pesado en el paddock, la humedad brasileña casi se podía cortar. Mi mente no dejaba de pensar en el abuelo, en cómo, a pesar de todo, no estaba allí para apoyarme en este momento. Mi abuelo siempre estuvo presente en los momentos más difíciles, pero esta vez, la noticia de su partida me había golpeado más fuerte de lo que pensaba. No estaba seguro de si quería estar aquí o si quería estar en casa, con mi familia, con Martina, que estaba preocupada, pero que igual sabía que la carrera debía continuar.

El viernes había sido un día complicado, pero el sábado tenía que ser diferente. La carrera sprint no era el tipo de carrera en la que quería quedarme atrás. Había trabajado tanto para llegar hasta aquí, para estar en la F1, y ahora, estaba en el 12° lugar. ¡12°! Mi coche no respondía como debía, y no podía evitar sentir que todo estaba en mi contra.

El sol comenzó a esconderse detrás de unas nubes grises mientras la lluvia comenzó a caer con fuerza, aplazando la qualifying. Todo el paddock estaba alborotado, pero yo me sentía desganado. Necesitaba concentrarme, necesitaba algo que me sacudiera de este dolor que me tenía atrapado. Y justo cuando pensaba que todo se iba a complicar aún más, algo sucedió. Una figura apareció en la entrada de la zona del paddock, mojarse bajo la lluvia torrencial, corriendo hacia el edificio donde los pilotos y sus equipos estaban acomodados.

A primera vista, no me di cuenta de quién era, pero cuando me acerqué un poco más, vi esa figura familiar.

Ava.

La vi acercarse, empapada por la lluvia, con esa mirada que siempre me transmitía paz, y por un momento, todo se calmó. No sabía cómo había llegado hasta aquí ni cómo había tenido la idea de aparecer en Brasil. No sabía qué hacer ni cómo reaccionar, pero lo único que pude hacer fue quedarme en el umbral, observándola.

Ava, con su paso apresurado, se paró frente a mí, viéndome fijamente. Su rostro reflejaba esa determinación que siempre me había fascinado. La expresión en su cara se relajó cuando me vio, y casi inmediatamente, sonrió.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté, aunque la respuesta era evidente.

—Pensé que podrías necesitar compañía —dijo con una leve sonrisa. Su voz, aunque suave, tenía esa seguridad que siempre me daba tranquilidad.

Me sentí un poco avergonzado, pero en el fondo, me sentía agradecido. Ella había venido hasta aquí, en medio de la lluvia, solo para estar conmigo. Sin darme cuenta, me había adelantado a la idea de ir a la calidez de su presencia en este caos. En un día donde todo parecía un desastre, ella era mi refugio.

—No tenías que hacerlo... —murmuré, mirando hacia abajo, sin saber qué decir.

Ava me dio una pequeña sonrisa, y, sin pensarlo mucho más, se acercó un poco.

—Sé que te duele lo de tu abuelo... —dijo con tono bajo—. Y sé que este fin de semana está siendo difícil. Quería estar aquí, aunque no sé qué más puedo hacer por ti. Pero quería estar aquí.

Sentí que me ahogaba un poco. Sus palabras se clavaron profundamente. Ella había entendido lo que no había podido decir en palabras. Había dejado todo atrás solo para apoyarme.

—Lo agradezco más de lo que piensas, Ava... —respondí, mirándola con gratitud.

Antes de que pudiera decir algo más, nos llamaron para dirigirnos al lugar donde la qualifying se realizaría cuando se despejara el clima. Nos dirigimos al lugar, y aunque mi mente aún estaba fragmentada, la presencia de Ava me dio fuerzas para continuar.

Las lluvias no daban tregua, pero se celebraba la qualifying al día siguiente. Los mecánicos y los ingenieros no dejaban de trabajar bajo el refugio improvisado, pero en mi mente, nada importaba tanto como el hecho de que Ava estaba aquí.

BED  ─ Franco ColapintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora