el sol

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Astral tiene los ojos dorados; el mismo color que tiene el sol cuando se posa en sus hombros pálidos y en sus mejillas.

Cuando sonríe, sonríe desde el pecho y parece que todo su cuerpo se prepara para sonreír, porque hasta sus manos enseñan los dientes y los ojos le sueltan chispas como bengalas en un festival de verano. Es una mueca de azúcar, un tesoro que brilla.

¿Cómo no dejarse hechizar por él?

Yuma lo ve llegar de lejos y entrecierra los ojos porque la luz le golpea las pupilas.

Se tapa el rostro con la sombra de una mano mientras lo espera y sonríe, sonríe mucho. Siempre que están juntos, Yuma sonríe. Es difícil no sonreír cuando se te llena el pecho de luz y las mejillas se te ponen rosadas. Es difícil mantener los ojos abiertos durante tanto tiempo, pero Yuma tiene miedo de parpadear cuando él sonríe.

Es que Astral es brillante, es un ser de luz, una estrella. No es, como diría su madre, "el chico más lindo que ha caminado bajo los rayos del sol". Es el sol en sí mismo.

Astral es el sol.

Nació grácil y resplandeciente, con la punta de la nariz rosada y la boca tibia, con estrellas en forma de pecas esparcidas por los hombros y las mejillas, con la belleza de los atardeceres en la piel. Es dulce y dorado, pero al mismo tiempo intenso y abrasador; la piel arde por donde se deslicen sus dedos y donde se posen sus ojos se disipan las tormentas.

No se parecen en nada.

Yuma no es sutil, no nació para llevar estrellas en las mejillas ni enroscarse en las sábanas con la delicadeza matutina de un rayo de sol. Nació para estallar con violencia como un volcán, para amar con dientes y colmillos, para quemarse y arder cada vez que respira el mismo aire que Astral.

Siempre está sofocado, pero es un campeón. Ha ganado más torneos que la cantidad de dedos que usa para agarrarle las mejillas a Astral. Todas y cada una de sus victorias van dirigidas a él.

Dios sabe que lo da todo, que se deja la piel constantemente y que cuando están juntos se incendia por dentro porque el fuego corretea en sus vasos sanguíneos y el corazón se lanza contra su pecho como si quisiera correr detrás de Astral.

Yuma tiene la piel tostada y los ojos encendidos en fuego. Es terco, volátil y está profundamente enamorado de él. Muerde todo lo que encuentra y destruye todo a su paso. Estalla con furia y el mundo se acaba, pero se arrodilla a los pies de Astral porque el sol es el primer dios que los hombres han conocido.

Las estrellas le pinchan las esquinas de los ojos cada vez que se entierra en Astral o Astral se entierra en él. A veces no tiene claro dónde comienza uno y dónde termina el otro. Pero a quién le importan esas banalidades cuando la lengua de Astral sabe a naranjas y a atardecer.

Yuma se muele contra él y solloza despacio, bajito, con una explosión solar en el pecho y los ojos empañados. Le sostiene las caderas con fuerza, con devoción, como si follara con dios estando al borde de la muerte y le diera miedo cerrar los ojos y perderse algo.

Cuando la espalda de Astral se curva, el lunar de su omóplato izquierdo brilla como un rayo de sol, como la marca que señala el lugar del tesoro, y el gemido es alto, cosquillea tímido pero potente en los oídos ajenos. Cada vez que besa allí, el pecho de Yuma se comprime, sabe que nadie más conoce la existencia de ese lunar y se siente poderoso e incomprendido, porque la humanidad tendrá que perderse esa maravilla secreta del mundo.

Entonces tiene que reírse con las manos y la nariz pegadas a las caderas de Astral, soltando carcajadas sin separarse de su piel.

Lo ama con locura y al mismo tiempo con calma. No como un hombre ama a un dios, qué va.

Yuma lo ama con fuego y violencia, con los colmillos y las uñas clavadas, con el estallido del núcleo de la Tierra, y a la vez, con la pureza del primer amor, con devoción en los labios y el corazón en el puño, con la inocencia de sentarse a pelar una naranja en el porche y darle la mitad.

Astral es el sol.

Yuma podrá escribir mil poemas sobre él y seguir con la luz y el fuego atorados en la garganta.

✧【La tarde huele a naranja】✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora