✧【La tarde huele a naranja】✧

El huracán [2]

[2]

El último día que Astral estuvo en Noruega olvidó despedirse de su padre. Sabía que no volverían a verse en mucho tiempo, pero lo olvidó de todas formas.

El día después del funeral de su abuela decidió caminar descalzo por la colina detrás del campo de girasoles, porque no había rocas y el césped era lo suficientemente alto como para hacerle cosquillas en la planta de los pies.

En Noruega nunca ha habido tanto sol y el frío del invierno se cuela en los huesos de manera punzante, como puñales de hoja helada. En cambio, los veranos japoneses son largos y soleados, con cigarras distantes y girasoles. En casa de la abuela siempre había sandía en esa época del año y la casa olía a sol y a aire acondicionado.

Ese día, el olor de las flores y el silencio del funeral aún estaban frescos en la nariz y en los oídos de Astral cuando un chico apareció al otro lado de la colina.

Lo vio de reojo y giró el rostro hacia él.

Estaba descalzo y su cabello negro parecía brillar bajo el sol. La distancia entre ambos era amplia, pero Astral supo que él también olía a flores y a funeral.

En la lejanía, las cigarras hacían ruido y el hechizo se rompió cuando Astral quiso saber quién era.

El chico huyó, pero en el momento en el que sus ojos se cruzaron, Astral creyó que él había espiado en su corazón y vio todos los secretos de su alma con esos ojos escarlata que ardían sobre el verde del césped.

Por un segundo, Astral se asustó tanto que estuvo a punto de correr en dirección contraria.

Luego se enamoró de él.