••Problemas••
Venus
Guardo todo dentro de mi caja fuerte y mis ojos se posan en algunos de los detalles que tanto aprecio; la nota de buenos días, la carta que leí en Santorini, la cajita en donde vino mi anillo, el collar que me regaló cuando íbamos a la fiesta de cumpleaños de Dwayne...
—Guardas las pruebas de que no soy tan inhumano o animal como creías cuando me conociste —la voz crepitante y grave de Herodes me acaricia el cuello una vez más en la que no deja de besarme en esa zona, buscando que cambie de opinión— ¿Por qué guardas todo eso?
—Porque me lo has dado tú. Además, pienso hacer una sala de exhibición en la primera planta de la casa. Todo esto merece estar en vitrinas. Así puedo admirarlos cada vez que me sienta triste.
—Cambiemos esa tristeza por placer —lame el lóbulo de mi oreja— ¿Quieres?
—Ya nos corrimos dos veces —acaricio sus brazos que siguen abrazándome por la cintura—. ¿Puedo pedirte un favor?
—Adelante —sigue en mi cuello.
Lo tomo de la mano y lo llevo conmigo al armario, de pie frente al gran espejo que nos refleja por completo. Se ve tan grande tras de mí, vestido todo de negro. Hasta parece que sus brazos pueden quebrarme si me abraza fuerte.
—Quítame el albornoz —indico.
Curioso, lo hace y antes de que la lujuria lo invada, le manoteo las manos en lo que trata de desabrochar mi brasier.
—Saca tu teléfono —arroja lejos la prenda que me quitó y desato mi cabello de la coleta, colocándolo todo sobre mi hombro derecho— Dámelo —le extiendo mi mano.
Enarca una ceja, intrigado.
—Abrázame por la cintura —cumple cada una de mis indicaciones— Vuelve a hacer lo que hacías hace un rato.
Con la mano se asegura de apartar bien mi cabello, sin dejar de mirarme a través del espejo. Ya sé lo que quiero hacer, así que la mano que sostiene mi cintura, se desliza lento hasta posarse en mi vientre.
Un nudo se forma en mi garganta, lo elimino al tragar fuerte y desbloquear el teléfono con mi huella dactilar. Coloco la cámara y respiro hondo, cada pulgada de mi cuerpo está inquieta.
—Quiero que salgan bien —le hago saber.
—Si estoy yo, saldremos más que bien.
La mano disponible la llevo hasta su nuca, dejándola ahí de manera que mi cabeza queda algo de lado con su cara cerca de mi cuello, mirándome con adoración. Junto bien las piernas, una pose elegante y a la vez sencilla que deja una perfecta vista de mi figura. Encajamos perfecto, su manera de posar complementa la mía. Posesivos y unidos. Saco varias fotografías y en una ya mi mano pasa a estar sobre la suya que sigue en el mismo lugar.
—Estás muy cursi, esposa —susurra.
—Quiero recuerdos. Pronto tendré una gran panza y nada de abdomen plano. ¿Te gustará una mujer sin forma?
—Si no fuera así, no te habría embarazado.
—Tonto —río—. Debería mandar a construir una máquina del tiempo. Iría hasta el día en el que te vi mirándome desde aquella segunda planta. Oh, tengo curiosidad ¿Qué pensaste en ese momento?
Me quita el teléfono y ahora soy yo la que debe abrazarse la cintura, posando mientras toma fotos.
—Que serías mía —confiesa paulatinamente— me dije a mí mismo ''Esa mujer tiene que ser mía''
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GÉNESIS.
General FictionLibro 3 de la Trilogía Pecados Capitales La maldad tiene sus razones, el fin de los tiempos ya no esperará más, el origen llegó y con ello la batalla final llena de misterios perversos y secretos petrificadores. Venus Adler supo levantarse, pero lo...