••Combustión••
Venus
La enfermera sigue curando mi frente, asegurándose de quitar la sangre que me ensució la mitad del rostro y cuello. Ese golpe fue el que más me dolió, ameritó hacer estudios para saber si fue grave. Igual mi muslo resultó herido.
Por suerte, y el destino no me odió hoy, la sangre provenía de mi cabeza y el dolor abdominal lo controlaron. El bebé está bien, pero Herodes está a punto de sufrir un ataque de estrés. El doctor le explicó que debe hacer silencio y él ni le presta atención. Está hablando por teléfono, recibiendo información y queriendo que busquen a Dwayne hasta debajo de las piedras.
—¡Quiero respuestas, hoy mismo!
—Todo está bien —Eugenio me toma el pulso— Ya estás calmada. No te asustes, el dolor fue producto de la adrenalina.
Dejo las manos sobre mi vientre descubierto, soltando un suspiro.
—Theron, no me importa el restaurante. Que Ksel o Dayana se hagan cargo del desastre —espeta el amargado.
—¿Quiere agua? —la enfermera me acerca un vaso.
—Es normal que te den dolores leves de cabeza —me informa mi médico personal, se mudó a Montreal por órdenes del Alpha, y debe moverse a donde sea que yo vaya. Nadie más que él puede revisar y llevar mi embarazo— Y el muslo sangrará un poco si caminas mucho. Tendrás que tener reposo.
—No puedo —me acomodo en la cama para tomar el agua— Bueno, lo haré, pero no puedo quedarme acostada todo el día.
—Lo sé, mi señora. Por eso me encargaré de revisar siempre esas heridas —vuelve a aplicar el gel a mi vientre— Revisemos una vez más ahora que estás calmada. Respira.
El sonido de la máquina al prepararse hace que el Alpha vea lo que Eugenio hace, sigue al teléfono y le ordena a Arturo que vaya a traer a Dimitri si ya lo curaron del todo.
Mi bebé se lastimó una patita y se la tuvieron que vendar. Pobre, en todo el camino lo escuché ladrar y a Herodes pidiéndome que no cerrara los ojos. Condujo tan rápido como pudo, mandó a flaquear la clínica y que nadie entre al piso en donde estamos.
Eugenio coge el gel, prepara el transductor al untarlo con ese gel y acercarlo a mi vientre, deslizándolo lento y suave para regar el gel. Está frío y me eriza.
—Si tenemos suerte, las ondas de sonido que rebotaran en los tejidos del cuerpo y formaran ecos —me explica— ¿Está lista para escuchar?
Asiento con los ojos ardiendo y veo la pantalla. No entiendo nada de lo que veo, pero me recuerda al pasado y me pongo más sentimental.
El doctor sigue revisando y el sonido fuerte me acelera el pulso con mucha emoción, me causa nostalgia ver la marca que me señala en la pantalla. No soy la única que se queda en shock al verla, mi esposo cuelga el teléfono y se acerca. El propulsor de adrenalina llega al tope en mi sistema y sonrío, inquieta.
—Por mis cadenas del infierno —murmura, sorprendido— Sí que hicimos un buen trabajo en el sexo.
Lo miro mal, las mejillas se me encienden.
—No superas que esté así —lo molesto, divertida— Acostúmbrate.
—Todo marcha bien, mis Alphas —dice— Sin embargo, el nuevo estado de la Alpha me dificulta ver con claridad el feto y que escuchemos latidos regulares.
—¿Qué quiere decir con eso? —increpa mi esposo, molestándose.
—Necesito unos minutos para revisar —pide que no entremos en desesperación.

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GÉNESIS.
Ficción GeneralLibro 3 de la Trilogía Pecados Capitales La maldad tiene sus razones, el fin de los tiempos ya no esperará más, el origen llegó y con ello la batalla final llena de misterios perversos y secretos petrificadores. Venus Adler supo levantarse, pero lo...