••Equilibrio••
Venus
¿Es un sueño? ¿Estoy alucinando?
Todo es real. Cien por ciento real después de que pensé que ya mi cuerpo no servía por completo. Pero sí lo hace y ahora estoy embarazada. ¿En qué momento pasó?
Quería esto, pero desde que Doina murió me he mentalizado en acabar con mis enemigos. Ahora es como si el destino me estuviera deteniendo con esto, por el simple hecho de que no haré nada que me vaya a destruir como hace tres años.
No puedo tomar las cosas a la ligera. Ya no soy sólo yo.
Los nervios regresan y así como el agua desciende por mi cuerpo, también lo hacen mis manos para posarse en esa parte plana que tanta alegría me genera. Esa que hace días me arrebataron, ahora se transforma en una incontenible.
Levanto la cara y sonrío.
Cierro el grifo y procedo a secarme, al estar frente al espejo del lavado me peino bien el cabello antes de usar la secadora.
Si bien estoy feliz, hay algo que no me deja estar tranquila.
Herodes.
Casi no sale de su oficina, trabaja sin descanso alguno y está muy histérico.
No quiere que nadie sepa sobre mi embarazo. Sólo se lo pude decir a Cleo porque es importante mantenerla al tanto.
Y hay algo más... Lo presiento. Empero, me siento algo mal por haberle ocultado lo que me hizo su padre. Eso lo hirió, vi una parte suya que nunca antes había salido. Fallé al mantenerlo en secreto y siento que fue lo que más le afectó.
Sin embargo, es como si un peso enorme ya no estuviera en mis hombros. Ya no hay más secretos entre nosotros y eso me hace sentir bien, pero creo que él espera más de mí.
Al menos eso creo. Quiere que yo ponga de mi parte al cuidarme, no exponerme o romper el acuerdo.
Respiro hondo y me ato el cabello en una coleta.
Salgo del baño, en el armario me visto con vaqueros, camisa de tirantes y botines. Dimitri está dormido en uno de los sofás, así que aprovecho para buscar su collar.
—Mi niña...—escucho la voz de Cleo.
—En el armario, nana.
Entra con una sonrisa de oreja a oreja, trae una bandeja con té y galletas. Sin duda alguna, comparte mi felicidad y se asegura de cuidarme mucho.
—Te traje un rico té y galletas —deja todo en la mesita— Los especialistas ya me hicieron llegar las listas de lo que puedes o no comer.
—¿hay cosas que debo dejar de lado? —sigo revisando la gaveta de Dimitri.
—Sí. Debes cuidarte mucho. Herodes me ordenó que siga todo al pie de la letra. A juzgar por su tonito, se nota que va a ser muy paranoico —ríe— Qué tierno. Nunca imaginé eso de él.
—Es entendible después de que le oculté muchas cosas —mi corazón se arruga— No lo dejé experimentar la sensación de saber que estaba embarazada la primera vez, tampoco le comenté que su padre fue quien se hizo cargo de jodernos. Entiendo si está molesto conmigo.
Silencio unos segundos en los que sé que está pensando y procesando lo doloroso de todo. A ella también le duele mucho esa noticia.
—Dwayne es el ser más despreciable que he conocido. Lo odio. ¿cómo fue capaz de golpearte y engañar a su propio hijo? Eso no tiene perdón de Dios —hay rencor en sus palabras— Pobre mi niño. Puede que sea un dolor de cabeza para la sociedad, pero te ama y estoy segura de que le dolió todo. Ahora trata de hacer las cosas lo mejor posible; protegerte a ti y al bebé. Yo también aportaré mucho.
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GÉNESIS.
Ficción GeneralLibro 3 de la Trilogía Pecados Capitales La maldad tiene sus razones, el fin de los tiempos ya no esperará más, el origen llegó y con ello la batalla final llena de misterios perversos y secretos petrificadores. Venus Adler supo levantarse, pero lo...