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La cafetería estaba vacía, y el suave murmullo de la máquina de café llenaba el ambiente con un aroma cálido y acogedor. SeungMin estaba limpiando las últimas mesas, repasando las superficies con cuidado mientras contaba con emoción su experiencia en el concierto a su mejor amigo y compañero de trabajo.

— No sabes lo que sentí, Minho— decía SeungMin, su tono cargado de emoción mientras su mente viajaba de nuevo a esa noche. — Fue como... como si el tiempo se detuviera en el momento exacto en que lo vi, justo cuando sonaba mí canción favorita. Su mirada era profunda y... no sé, familiar, como si de algún modo lo hubiera conocido desde siempre.

Minho, que estaba en la caja terminando de contar el efectivo para el cierre, apenas lograba concentrarse en su tarea. Cada frase que SeungMin decía le hacía soltar algún comentario, interrumpiéndolo a cada rato para hacer preguntas, y aunque se disculpaba por su entusiasmo, no podía ocultar su fascinación.

— ¿Y luego? ¿Qué pasó cuando terminaron de mirarse así?— preguntó Minho, sus ojos brillando de emoción mientras intentaba mantener su atención en el dinero.

SeungMin frunció el ceño y chasqueó la lengua, molesto por la interrupción. — ¡¿Quieres que te cuente o no?!

— Bueno, perdón.— rió Minho, sonriendo de forma risueña. — Es que la historia está demasiado buena.

Suspirando, SeungMin continuó, a pesar de las risitas contenidas de su amigo. — Nos miramos unos segundos, yo le pedí disculpas por el golpe, y luego… nada. Cada uno volvió a su lugar en la multitud, y ya no lo vi cuando terminó el concierto. Pero sigo pensando en él, Hyung. Fue algo... raro, ¿me entiendes? Como si algo me dijera que debería encontrarlo.

Minho soltó una risa ligera, visiblemente entretenido, y con rapidez tomó el pequeño spray de agua que tenían en la barra. Antes de que SeungMin pudiera reaccionar, lo roció con un par de chorros en la cara.

— ¡¿Qué te pasa?!— exclamó SeungMin, sorprendido, mientras se secaba el rostro con la manga de su delantal.

— ¡Es que no puedo creer que no le hayas pedido su número! ¿Ni siquiera su nombre? Vamos, SeungMin, una mirada profunda no es excusa para perder la cabeza así.— lo retó Minho con una mezcla de frustración y diversión.

—¡No podía pensar en ese momento!— SeungMin protestó, todavía secándose el rostro. — Y cuando todo terminó, él ya se había ido, ¿qué querías que hiciera?

Minho lo miró con una expresión de compasión exagerada y le palmeó el hombro. — No te preocupes, Minnie. La próxima vez que lo encuentres, me encargaré de darte todos los consejos de conquista que necesites.

Antes de que SeungMin pudiera responder, Christopher salió de la cocina y se acercó a ambos con una sonrisa traviesa en el rostro. Rodeó los hombros de SeungMin desde atrás, pegando su pecho en la espalda ajena y se inclinó hacia él para hablarle suavemente al oído.

— No escuches a Minho, Minnie— le dijo en tono bajo, acariciándole la cabeza con ternura. — Sus habilidades de conquista dejan mucho que desear. Te daría consejos pésimos.

SeungMin dejó escapar una risita cuando Minho le lanzó a Christopher un trapo en señal de protesta. — ¡A mí me funcionaron bien contigo, ¿no?! Así que no me critiques.

Christopher miró a SeungMin con una dulzura bromista, un brillo pícaro en los ojos. — Ah, claro, Minho. Yo fui tu premio consuelo ese día — comentó, con voz suave mientras soltaba al más joven con cuidado.

Minho no pudo soportarlo y se levantó, fingiendo enojo, y se lanzó sobre Christopher en un intento de atraparlo. Los dos empezaron a corretear alrededor de las mesas, riendo como niños, mientras SeungMin observaba la escena con una mezcla de diversión y envidia sana. Los observaba a ambos riendo y jugando, y en su pecho se instalaba un anhelo profundo por tener una relación tan genuina y feliz como la de ellos.

—Quisiera tener algo como ustedes— comentó en voz alta, sin darse cuenta de que sus palabras se escapaban en un susurro cargado de deseo.

Christopher, al escuchar el comentario de SeungMin, se detuvo un momento y lo miró con una expresión tierna. — Tranquilo, Minnie. Llegará el momento adecuado. — le dijo con suavidad, acercándose a él y poniéndole una mano en el hombro. — Mira, Minho y yo llevamos juntos varios años, aún si eso era casi impensable, pero todos los días seguimos conociéndonos un poco más y eso es lo importante, no te apresures.  Si ese chico del concierto es para ti, ya verás que la vida se encargará de que vuelvan a cruzarse.

Minho, con una sonrisa genuina, asintió. — Exacto, Minnie. No pierdas la esperanza. El destino tiene formas misteriosas de volver a juntar a las personas.

Christopher volvió a la cocina, pero no sin antes darle a Minho un dulce beso en los labios y acariciar el cabello de SeungMin con un gesto protector y cariñoso. El menor suspiró, sintiendo una calidez inexplicable en el pecho, y se giró hacia Minho con una expresión algo nostálgica.

Minho lo miró con ternura y abrió los brazos en un gesto que SeungMin entendió al instante. Sin dudarlo, el más joven se lanzó hacia él, dejándose envolver en el abrazo seguro de su amigo. Minho le acarició la espalda en silencio, brindándole el consuelo que siempre le daba.

— Gracias, Minho — murmuró SeungMin. Sabía que la vida tenía sus propios tiempos, pero en ese momento, bajo el abrazo protector de su amigo, decidió que mantendría la esperanza de que algún día volvería a encontrar aquellos ojos profundos y familiares que lo habían cautivado en el concierto.

𝑻𝒉𝒓𝒆𝒂𝒅𝒔 𝒐𝒇 𝒇𝒂𝒕𝒆  - 𝒉𝒘.𝒉𝒋 ,, 𝒌𝒎.𝒔𝒎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora