Capítulo 2: El verdadero significado de belleza angelical

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[N/A: En el número romano del inicio, las letras que NO están en cursiva deberían tener una línea encima (se multiplican por 1000).]



Se escucharon las trompetas de los Querubines, lo que señalaba que su jornada número MMMMMMMMCDXMCDXCVIII había comenzado.

Jayden llevaba desde la anterior reunión en la Sala de Archivos Divinos, revisando el apartado de la Humanidad. Desde que se inició el proyecto, siempre había tenido curiosidad sobre cómo evolucionaría a lo largo del tiempo. Le fascinaba la humanidad, era su creación de Dios favorita. Desde que acabó la Segunda Guerra Mundial (como la llaman los humanos) ha tomado como hábito pasar las noches en la Tierra, viendo cómo progresaba la sociedad. Siempre fue a todos los Juegos Olímpicos, ha probado todo tipo de comidas, ha visitado cientos de países, ha explorado múltiples culturas... pero siempre volvía al mismo sitio: Londres.

Cuando escuchó las trompetas, se dirigió hacia la salida al pasillo, se aseguró de que no hubiera nadie fuera y salió. El único acceso en todo el Cielo a la Tierra es una verja gigantesca en la zona Este, donde se encuentran las Potestades, lo que nunca ha sido conveniente cuando ha querido escabullirse, ya que nunca duermen, estando constantemente ocupadas protegiendo la verja y las fronteras. Muchas veces ha podido usar la excusa de querer analizar los diferentes proyectos en primera persona, por lo que tenía que bajar a la Tierra, pero tienen constantemente a todo el mundo controlado y no ha podido utilizar ese recurso siempre.

Nadie entra y sale del Cielo sin que lo sepan las Potestades.

Ese día tenía suerte. Como justo esa noche ocurría una lluvia de perseidas, podía pedir bajar a la Tierra a observar, analizar y documentar la trayectoria y el estado de las distintas constelaciones.

Cuando llegó a la verja, había cuatro haciendo guardia. A Jayden siempre le han dado un poco de mal rollo, ya que todas las Potestades tienen el mismo aspecto, y cuando había varias juntas, que solía ser casi siempre, parecían un ejército de clones. Se acercó a ellas.

一"Saludos, Potestades. Debo abandonar momentáneamente el Paraíso y dirigirme a la Tierra para observar la lluvia de perseidas de esta noche. Regresaré en unas pocas horas."一les comunicó.

一"Muy bien, Serafín, su salida momentánea será permitida, pero Nuestro Señor querrá hablar con vos en breves momentos. No debe estar ausente durante mucho tiempo."一dijeron las cuatro al unísono.

Se apartaron de su paso y la verja se abrió. Según iba cruzando la salida, se fueron revelando unas escaleras de nube dirigidas a la Tierra. La verdad es que no las necesitaba, ya que podía simplemente descender volando, pero le hacía sentirse más próximo a la humanidad utilizarlas. Les podría incluso poner un significado poético: por cada escalón que bajaba estaba un paso más cerca de la humanidad, descendiendo de lo divino a lo material, sufriendo una metamorfosis que lo transformaría de un ser intocable, de pureza infinita, a algo tan simple como un humano.

Bueno, todo eso se puede traducir a que estaba simplemente cambiando a forma humana según bajaba escalones, pero así sonaba más bonito.

Cuando llegó al nivel de la Tierra, apareció justo en el lugar donde justo quería estar: una colina con vistas a un pequeño lago interior, repleta de árboles y, por las noches, de luciérnagas. Las estrellas se veían perfectamente, puesto que no había contaminación lumínica, así que esa zona era la ideal para ver el cielo nocturno.

Aunque se estuvieran cayendo las hojas de los árboles por el cambio de estación, seguía siendo una maravilla.

Se sentó en el suelo y sacó un libro de "Astronomía para expertos" de su bolsa. Se dedicó a leer durante un buen rato, hasta que el sonido de una pisada sobre hojas secas lo alertó.

Aferrándome a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora