Estaba en sus aposentos, sólo.
Tenía miedo. Mucho miedo.
Se miró en el espejo y su reflejo lo miró de vuelta, pero no tardó en convertirse en una figura ajena a la suya que era al menos tres metros más alta que él. Apareció una silueta robusta masculina de piel rojiza con notas magentas, con dos pares de cuernos prominentes del mismo color, que cambiaban lentamente hasta convertirse en negros en las puntas. En sus extremidades ocurría lo mismo, sus manos y pies eran azabaches. Se podía intuir la forma de tres pares de alas que brotaban de su espalda, parecidas a las de una de esas ratas que podían alzarse en el aire de la noche.
Lo que más destacaba eran sus ojos. Tenían un iris degradado de colores cálidos que lentamente se oscurecía según se acercaban los bordes, con unas pupilas afiladas.
Lo miraba fijamente. Empezó a hiperventilar.
Su voz era lo único que escuchaba. Su cuerpo era lo único que veía.
Ya no sabía qué hacer. Estaba sufriendo, el dolor que sentía era insoportable.
Tenía que volver a verlo. Le juraría servicio eterno. Le permitiría que hiciera lo que quisiese con su cuerpo, con su alma.
Lo necesitaba. Más que su cuerpo el oxígeno. Más que sus vasallos su mandato.
No podía soportarlo más. Miró el pugio que tenía bien sujeto en la mano.
Lo veré de nuevo. Lo necesito. Es la única manera.
...
La figura del demonio en su reflejo lo miró fijamente mientras el espejo se manchaba de sangre. La habitación se inundó con sus gritos desesperados.
Entraron una docena de guardias para ver qué ocurría y todos se espantaron al ver el escenario.
Todos los muebles estaban destrozados y las paredes estaban llenas de garabatos. Mientras que gran parte de los guardias se acercaban a intentar ayudar a su Majestad Imperial, los pocos restantes se acercaron a analizar el texto de las paredes.
Era la misma palabra, escrita decenas de miles de veces de manera desesperada y obsesiva.
Se acercaron a leerla.
"Asmodæus"
Más guardias entraron por la puerta, pero ya era demasiado tarde. El Emperador no era más que restos.
~~~~
Jayden llegó al cielo todavía pensando en esa extraña interacción con... ¿Cómo era que se llamaba...?... ah, ya, Ian. Ian Mody. Su nombre le sonaba de algo.
Ya se había convencido a sí mismo de que era humano. Un demonio no podía ser así de amable y abierto. Sus ojos probablemente eran así por algún regalo de Dios a su familia o algo.
—"Serafín Jayden." —Hablando del rey de Roma. —"Ven a reunirte conmigo en el Ala Supérior. Ya."
Jayden alzó su mirada y soltó un pequeño suspiro de cansancio. Su forma angelical era muy bonita, claro, pero un tanto incómoda. Era demasiado grande y alto y sus seis alas estorbaban un poco. Y lo de tener que taparse la cara y los pies no le gustaba.
Comenzó a alzarse hacia arriba, dirigiéndose al Ala Supérior.
No entendía por qué la cámara que estaba en el nivel más alto se tenía que llamar así. Quizás porque sonaba más épico que "segundo piso". O "área de Dios".
Al llegar, se aseguró de taparse la cabeza y las piernas y entró. La luz de Dios es cegadora, por eso los Serafines se tienen que tapar los ojos. Son los únicos que tienen permitido verlo, ya que son los de más alto cargo.
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Aferrándome a ti
FantasyA veces, conocer a alguien es el punto de inflexión de tu vida. Ian y Jayden han tenido toda su vida definida palabra por palabra desde el momento en el que comenzaron a existir. Ian, un ser rebelde por naturaleza, aspira a un cambio que, en el fond...