ʏᴏᴜ ʙᴇʟᴏɴɢ ᴡɪᴛʜ ᴍᴇ [Plex]

~ chapter 𝟓 ~ (parte 1)

ᴅᴀʏ 5

𝐏𝐫𝐨𝐭𝐞𝐜𝐭𝐨𝐫...𝐨𝐭𝐫𝐚 𝐯𝐞𝐳

"𝘌𝘭𝘭𝘢 𝘦𝘳𝘢 𝘶𝘯 𝘩𝘶𝘳𝘢𝘤á𝘯 𝘺 𝘢 é𝘭 𝘭𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘢𝘯𝘵𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘴𝘢𝘴𝘵𝘳𝘦𝘴"

- 𝘈𝘮𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘭𝘦𝘵𝘳𝘢𝘴

Dani abrió de golpe la persiana de la habitación, haciendo que el sol matutino me despertara de golpe. El calor me envolvió inmediatamente, y aunque aún no había pasado ni un minuto desde que mis ojos se abrieron, ya podía sentir el peso del sudor en la piel. Me tiré de espaldas, arrugando la cara por la luz intensa que me daba de lleno en los ojos.

— ¿Qué coño haces, Dani? — le espeté, tapándome con las sábanas, aunque no podía negar que hacía un calor terrible. No había aire acondicionado en la habitación, solo una ventana que ahora se mostraba como una entrada directa al sol abrasador.

Él sonrió, como si se divirtiera con mi malestar, y se acercó al borde de la cama.

— Ya me encuentro mucho mejor —dijo mi amigo, con una sonrisa satisfecha, aunque su tono seguía sonando algo más serio de lo habitual.

Me senté en la cama, todavía algo desorientada, y lo miré. La cara de Dani, aunque algo roja por la quemadura del día anterior, parecía más tranquila, menos tensa. No pude evitar notar cómo su energía había cambiado; estaba mucho más animado que ayer, cuando parecía arrastrarse por el viaje y la fiebre.

— ¿Me das un respiro? — le protesté, empujando las sábanas con algo de desgana para sentarme completamente. Aún no estaba lista para enfrentarme a otro día de sol abrasador, pero sabía que el viaje seguía y no íbamos a quedarnos allí mucho tiempo.

— ¡Vamos, va! —dijo Dani, con un entusiasmo casi excesivo para tan temprano. — Hoy es el último día aquí, no podemos quedarnos en la habitación todo el día.

Dejé escapar un suspiro resignado. Sabía que no podía quedarme ahí todo el día, pero la idea de ir a la playa ahora mismo no me emocionaba demasiado. La sensación de quemadura en mi piel aún era palpable y el sol no parecía tener intenciones de aflojar su intensidad.

— ¿Y la gente? — pregunté, echando un vistazo hacia la puerta, preguntándome si los demás se habían despertado ya o si íbamos a estar en la playa solos, como siempre.

— Están todavía dormidos, no te preocupes. — Dani recogió su mochila sin preocuparse mucho por las reacciones de los demás y la dejó sobre la silla. — Vámonos. No hay nada que perder.

Me levanté de la cama, estirando los brazos, y al ver la mirada de Dani, supe que no iba a dejarme escapar tan fácilmente. Después de un par de minutos de preparación, nos pusimos los bañadores y nos acercamos a la puerta. Aunque la idea de enfrentarnos al calor me seguía resultando agotadora, sentí algo de emoción. Era nuestra última oportunidad para disfrutar del lugar sin la presión de los vlogs y las grabaciones.