~ chapter 𝟓 ~ (parte 2)

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ᴅᴀʏ 5

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ᴅᴀʏ 5

𝐋𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐬𝐞 𝐝𝐢𝐜𝐞

𝘈 𝘷𝘦𝘤𝘦𝘴 𝘭𝘢 𝘮𝘦𝘫𝘰𝘳 𝘤𝘰𝘯𝘷𝘦𝘳𝘴𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘴 𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳 𝘦𝘴 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘮ú𝘴𝘪𝘤𝘢

- 𝘎𝘶𝘴𝘵𝘢𝘷𝘰 𝘊𝘦𝘳𝘢𝘵𝘪


Al volver a la habitación, nos encontramos a una señora fumigando a conciencia, armada con un enorme spray que soltaba nubes de humo para acabar con cualquier mosquito que pudiera acecharnos. La mujer, concentrada en su tarea, no parecía inmutarse ante nuestra presencia. Nos miró de reojo y con un gesto rápido de la mano nos indicó que mejor volviéramos en un rato.

— Yo paso de quedarme a oler a insecticida —murmuró Borja, cubriéndose la nariz con la camiseta.

Decidimos dar una vuelta mientras la señora terminaba. Caminamos por el pueblo, sin rumbo fijo, disfrutando de la atmósfera tranquila y cálida. A los pocos minutos nos encontramos con un grupo de músicos locales que habían montado una especie de concierto improvisado en una pequeña plaza. La gente se había reunido a su alrededor, formando un semicírculo animado de personas que bailaban y cantaban al ritmo de los tambores y guitarras.

El sonido de la música zanzibeña era alegre y envolvente, y sin darnos cuenta, todos nosotros ya estábamos moviendo el pie al ritmo. Los músicos nos sonrieron y, entre canción y canción, uno de ellos se acercó a nosotros con una bandeja de comida. Nos ofrecieron un tipo de pan plano, suave y especiado, acompañado de una salsa que no había probado nunca.

— ¡Prueba esto! Es lo más típico de aquí —me dijo Dani, pasándome un pedazo de pan con una sonrisa de oreja a oreja.

— Está buenísimo —le respondí, saboreando el toque dulce y ligeramente picante. Nos pasamos unos minutos probando la comida y disfrutando del ambiente festivo, integrándonos en la energía del lugar. Era como si estuviéramos en otra dimensión, ajenos al estrés del viaje.

Tras un rato, decidimos volver al hotel. Al llegar, parecía que el olor a insecticida se había disipado, y todo estaba en orden en la habitación. Sentía el pegajoso calor del día sobre la piel, así que no dudé en ser la primera en correr hacia el baño para darme una ducha rápida. Cerré la puerta, suspirando al sentir el agua fresca que caía sobre mí, llevándose con ella el calor y el polvo de la tarde.

Cuando terminé de ducharme y me estaba secando, escuché que alguien abría la puerta sin llamar. Me envolví la toalla rápidamente, que apenas me llegaba por encima de las rodillas, y levanté la vista justo cuando Dani entraba.

— ¿La de llamar no te la sabes, verdad? —le espeté, entre avergonzada y sorprendida.

Él dio un paso atrás, como si se diera cuenta de su error en el último segundo, y sus ojos se quedaron clavados en mí. Podía notar cómo sus mejillas enrojecían, aunque no hacía el menor intento de apartar la mirada.

ʏᴏᴜ ʙᴇʟᴏɴɢ ᴡɪᴛʜ ᴍᴇ [Plex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora